Fútbol Amateur

Juveniles: De tal palo...

Alto, flaco y futbolista. Hecho a imagen y semejanza de su padre, Mateo Pellegrino jugó hoy su segundo partido en las Divisiones Juveniles de Vélez. A diferencia del Flaco campeón de todo con El Fortín, su hijo es delantero y en el encuentro de la Sexta ante San Lorenzo participó activamente en el gol del descuento. De a poco, comienza a afianzarse.

Apostado sobre el alambre, a un costado del campo de juego y mate en mano. Así se paró del lado donde Vélez defendía y ¡oh casualidad!, a metros de la franja izquierda que él tanto supo transitar. Ahi estaba Mauricio Pellegrino observando el partido de la Sexta División ante San Lorenzo. En la otra punta, su hijo Mateo, hacía la entrada en calor. Recién pudo darse el gusto de verlo jugar cuando iban 25 minutos de la etapa complementaria y El Fortín caía 2-0. El juvenil de 16 años entró y a fuerza de portento físico, empezó a surcar caminos. A eso le agregó velocidad y combinando ambas características, provocó el desequilibrio que derivó en asistencia, tras dejar desparramado en el suelo a su marcador, para el gol de Ignacio Benítez.

Mateo Pellegrino es español, nació el 22 de octubre de 2001 en Valencia. Unos meses después de que el Flaco perdiera su segunda final consecutiva de la UEFA Champions League con el equipo Che. Mide 1,90 y es zurdo...pero es delantero. "Empecé jugando de 3, luego de 11 y finalmente quedé de centrodelantero", apunta el Flaquito quien hoy jugó su segundo partido con la V en el pecho. El primero, hace 10 días ante Tigre en condición de visitante.

Siguiendo a su padre a todos lados junto al resto de la familia, Mateo jugó en varios clubes a lo largo de España, Italia e Inglaterra. Entre ellos, en la Academia del Inter de Milán. Este año llegó a Vélez, consiguió probarse y quedó seleccionado. Nada más y nada menos que en un equipazo: La Sexta División, donde dos de sus delanteros (Florián Monzón y Lucas Rebecchi) marcaron 21 de los 38 goles que tiene el equipo. Sabiendo que las posibilidades de jugar no abundan, a base de esfuerzo y dedicación, Mateo empezó a transitar su camino en Vélez. El mismo que con suma paciencia, su padre Mauricio, que hoy lo ve jugar a un costado del verde césped, supo caminar rodeado de gloria y sintiendo un gran amor por el club que lo formó.

Ojalá la historia se repita.