Vélez Magazine

Biografía no autorizada de un ídolo desvalorizado

Formado en el club, Sandro Daniel Guzmán debutó en primera bajo las órdenes de Bianchi. Nacido en Castelar, el golero calentó el banco y sus asentaderas durante dos períodos bajo la sombra del irremplazable cacique guaraní. Bob Marley, icono del reggae, despertó una mañana y realizó sus habituales menesteres en la bucólica pradera celestial. Almorzó, alimentó a los bambis y los becerritos y se dirigió hacia la casa de sus impolutos vecinos.

Munido con una consola y con drealocks en su cabeza, el DJ JAH Sandro (su mote artístico) ofreció un bizarro y patético espectáculo de reggae que incluyó canto, música y baile.

?Te saqué para protegerte? Héctor Rodolfo Veira dixit.

El 1 de junio de 1997 Boca recibió a Dep. Español en la Bombonera. Almirón  puso en ventaja a los gallegos y generó la pérdida de la paciencia de los simpatizantes boquenses. Desde la encrespada tribuna la mira se focalizó en un objetivo. Los chiflidos y las puteadas comenzaron a retumbar ante cada intervención del arquero local, el protagonista de esta crónica: Sandro Daniel Guzmán. Esa tarde, entre los nervios por la reprobación generalizada de su propio público y una pelota que parecía rellenada por una cuadrilla de conejos y resortes, el pobre de Sandro no atajó, hizo malabares y acrobacias con el balón y consumó una desastrosa perfomance de cuarenta y cinco minutos. Hostigado y apedreado con gruesa munición  por los simpatizantes auriazules, Guzmán ofrendó un catalogo de burradas que incluyó insólitos rebotes y salidas a lo Superman para manotear el aire. Veira, entrenador del equipo, percibió (no hacía falta ser muy perspicaz) el clima volcánico y beligerante del estadio contra el guardavalla y resolvió drásticamente, hizo la más fácil, y resumió con su determinación el anhelo de la concurrencia: Limpió a Guzmán- quien no salió a jugar la segunda etapa- y lo reemplazó por el Pato Abbondanzieri (¡mamita, que cambio!). El mundo futbolístico todo, espectadores y medios periodísticos, sostiene que tal determinación fue un acto de incineración pública, en palabras simples que el técnico lo quemó o lo expuso al canibalismo popular. Coincido en parte con esta apreciación pero morigero el alcance de la misma. Guzmán ya estaba en la parrilla, el ex conductor táctico de River, Vélez y San Lorenzo solo aflojó los herrajes y lo tiró a las brasas. Los antecedentes del otrora suplente de Chilavert lo condenaban. Se había comido 4 goles en duelos ante Central y Racing, y fue testigo (no agarró una) de la igualdad 3 a 3 en el gallinero, cotejo en el que Boca triunfaba ante los plumíferos por 3 a 0. En el medio, un 20 de abril, por la 9ª jornada del Clausura, enmarcado en una semana en la que Sandrito fanfarroneó a diestra y siniestra sobre la excelencia de sus propias condiciones, se reencontró en cancha con sus viejos compañeros. A los 44 minutos Chilavert lo ejecutó con un balazo de zurda desde el punto penal-tras recoger la pelota de la red Guzmán lo aplaudió (?)- y en los vestuarios el prócer paraguayo hizo uso de su lengua símil cimitarra y lo acribilló con una declaración picante ?Le falta muchísimo, es un principiante y ya no tiene tiempo de aprender porque está grande?. El Vélez de Piazza rubricó el triunfo con una anotación de Moriggi.

 

La poco feliz frase, ?Te saqué para protegerte?, entre tantas brillantes, con la que empieza esta reseña fue la explicación que Veira le dio a Guzmán para justificar la variante. El golero no volvió a ponerse el buzo xeneixe salvo en un empate en cero con Gimnasia de Jujuy dos meses más tarde, encuentro que los de la Ribera afrontaron con un equipo alternativo.

 

Sandro, en su presentacion oficial defendiendo los tres palos bosteros frente a Huracán, había boqueado ?Del arco de Boca me sacan muerto?.El enunciado del Bambi, entonces, escondía además un trasfondo humano. Estaba anoticiado por su acceso a expedientes secretos de que la temible 12 había contratado a un ejército de sicarios y la dirigencia, en silenciosas gestiones, tenía apalabrado a un francotirador para desembarazarse del guardameta y cumplirle su sueño. Héctor Rodolfo Veira le acortó la carrera en la entidad de Brandsen 805 pero le salvó la vida. ¡Una manteca! el Bambino.

La novela Guzmán-Boca se había  iniciado unos meses antes??.

 

Acorazado por las medallas logradas en el Mundial de México 86 e Italia 90, Carlos Bilardo se hizo cargo del plantel de Boca en 1996. Mauricio Macri, presidente debutante y luego ?cartonero?, le entregó la tesorería, la tarjeta y la chequera del club, y el Narigón salió de compras para reforzar el listado de profesionales. Paseó por un shopping sin conseguir lo que buscaba y desembarcó en un outlet. Allí cargó el changuito y gastó la ínfima suma de ¡20 millones de dólares! (con esa guita Mauri inaugura la estación de subte de Nazca) en figuras de relieve como Carrario, Lorenzo, Dollberg, Guerra y nuestro Sandro Guzmán. La pésima relación entre el técnico y Navarro Montoya desembocó, luego de un traspié frente a Banfield por 3 a 1, en la eyección del Mono y su sustituto, Guzmán, se apoderó de la valla en aquel choque frente al Globo, tras el cual, extemporáneamente (el Mono era ídolo), desafió a todos con las palabras ?Del arco me sacan muerto? mencionadas con anterioridad en este texto. En el arranque el ?1?  cosechó tibios aplausos pero un flojo funcionamiento del team y los numerosos equívocos propios fueron minando el aguante de los fanáticos. Bilardo ensayaba variantes para corregir el rumbo y una de ellas fue probar con su colega el Pato rosarino. Guzmán empezó a alternar la titularidad con Abbondanzieri. El resto es conocido y ya fue relatado: Bilardo sobrevivió unas fechas, Macri contrató a Veira y este cocinó a Guzmán quien se desvinculó de la entidad fundada en 1905 al finalizar el certamen. El legajo del golero en las tropas xeneixes arroja un marcado déficit: Le marcaron 30 tantos en 18 compromisos. La matemática refleja su estrepitoso fracaso.

 

Formado en las divisiones menores velezanas, Sandro Daniel Guzmán debutó en primera bajo las órdenes de Carlos Bianchi frente a Dep. Español (1 a1) en el Clausura 94. Nacido en Castelar un 3 de agosto de 1971, el golero calentó el banco y sus asentaderas durante dos períodos bajo la sombra del irremplazable cacique guaraní. Dueño de un perfil sobrio y serio, de buen físico y aceptables aptitudes y recursos, las participaciones, escasas, bajo los palos fortineros resultaron correctas y ajenas a cuestionamientos. Respondió, bueno es decirlo, de manera aceptable cuando lo exigieron. Su currículum velezano- que se extendió desde el 94 al 96-arroja la cifra de 16 cotejos jugados y 14 goles recibidos. Integró el Vélez Campeón de América 94 y fue partícipe de los títulos del Apertura 95, Clausura 96, Interamericana 96 y la Intercontinental 94, ¡Pavada de logros! La única mancha que tiznó su trayectoria en Liniers fue la expulsión sufrida en el marco de la final frente al Milán. El arbitro José Torres lo echó del banco de relevos a los 12´ de la segunda mitad (¡que dolobu!). En 1996 las autoridades velezanas le vendieron su ficha a Boca (gracias a Dios) y esta transferencia fue el disparo de largada de su arrogante declinación.

 

Terminada su fallida aventura con los bosteros, Sandro recaló en Deportivo Español (quizás es solo una casual coincidencia pero fue la última temporada de los del Bajo Flores en la máxima categoría) donde usó la diez (?) en su dorsal y en 15 encuentros le dinamitaron la red en 30 ocasiones. Sus postreros eslabones de prestigio lo depositaron en Atlético Tucumán (12pj, -30goles). En la provincia de la caña de azúcar se justificó de las criticas sobre su paupérrimos rendimientos con este argumento o excusa ?La pelota en el Nacional B es diferente, pica mucho más?. Un axioma de Groucho Marx le viene al dedillo a este segmento de la nota ?Es mejor callarse la boca y parecer estúpido que hablar y despejar todas las dudas?.

 

A los 30 años se retiró de la actividad  en All Boys difamado y anudado en una telaraña de descrédito. Su suegro en esa época, Pablo Brey, era el presidente del Club.

Reapareció en público años después teñido de rubio y como fiel seguidor del credo evangélico. Cuenta la leyenda, algo no comprobado, que en su primera intervención como devoto de ese culto el Pastor, tras leer su sermón, le cedió el púlpito para que hiciera catarsis de sus fallas en los arcos. Su discurso se prolongó durante seis horas. En el templo permanecieron escuchando solo dos abuelas sordas a la espera de la ambulancia que las devolviera a sus geriátricos de origen.

Sin embargo fueron sus posteriores irrupciones televisivas las que causaron vergüenza ajena y resultaron una afrenta a la vista y al buen gusto. En el cielo, y en algún lugar del planeta tierra, las consecuencias de la contemplación de las imágenes protagonizadas por el ex futbolista fueron nefastas.

Vayamos al cielo??

 

Bob Marley, icono del reggae, despertó una mañana y realizó sus habituales menesteres en la bucólica pradera celestial. Almorzó, alimentó a los bambis y los becerritos y se dirigió hacia la casa de sus impolutos vecinos, los Ingalls, para degustar el tradicional té con rosquillas. Charles, el ejemplar jefe de familia, encendió la TV para ver ?La hora del Ángelus? con el Padre Lombardero y de manera involuntaria desató la catástrofe. Un cruce de frecuencias motivó que el canal clerical mutara por Fox Sports, señal en la que se emitía el envio ?Fútbol para Todos? animado por German Paoloski. Esa tarde, el invitado Sandro Guzmán confesó en el piso su amistad con Fidel Nadal (ex líder de ?Todos tus muertos?.El nombre de la banda le calza bárbaro a nuestro personaje) y su adhesión espiritual a la cultura rastafari. Munido con una consola y con drealocks en su cabeza, el DJ JAH Sandro (su mote artístico) ofreció un bizarro y patético espectáculo de reggae que incluyó canto, música y baile.

 

Marley, el afamado autor y compositor jamaiquino, espectador pasivo desde el paraíso, se atragantó con las rosquillas y hubo que palmearle la espalda con un aspa del molino para evitar una segunda defunción. Compungido, preso de una profunda angustia y deprimido hasta las lágrimas, dejó sin saludar el hogar del matrimonio Ingalls y en viaje de regreso a su morada se preguntaba ¿Qué he hecho yo para merecer esto? ¿Cuánto talento desparramé al pedo durante años? Entró raudo a su habitación, enfiló hacia el dormitorio y se agachó frente al sommier de dos plazas donde encanutaba, de contrabando, unas cuatro decenas de ?churritos?. Se los clavó de un saque, sin intervalos, y a duras penas se encaminó, trastabillando y rasguñando las paredes, hasta las puertas del infierno. Luego de media hora de intentos fallidos, semiinconsciente, le embocó al timbre y un Lucifer sonriente, acompañado por cuatro tremendos gatos y con su tridente en mano le dio la bienvenida. Marley sufrió un clic en su cabeza, un daño permanente (por la visión de Guzmán, no por los ?churritos?) del que no pudo recuperarse ni con la ayuda de sicólogos. Se rapó, arrojó a la basura su gorro tejido (tams), modificó su atuendo verde, amarillo y rojo (debido al calor infernal ahora anda en bolas) y en la actualidad ofrenda conciertos(a dos lucas la entrada) en una gigante olla hirviente-cual anfiteatro- para los habitantes del averno. Sentados en primera fila- todos coimearon al acomodador- disfrutan de sus canciones los Teletubbies; Pinochet; Saddam Hussein; el Capitán Monasterio; Pierre Nodoyuna y Patán; el fabricante de los productos ?Acme? que utilizaba el Coyote; ?Mate Cosido? y el ?Petiso Orejudo (criminales centenarios que festejan cada tema a los corchazos limpios); Calígula junto a su séquito de trolas, travestis y taxi boys; y Nerón, quien burla los controles policiales e ingresa al recinto con un encendedor, un magiclick y un bidón de nafta. La segunda fila tiene lugares vacantes reservados para la Sra. Thatcher, el juez Codesal, los Parchís y los Jonás Brothers (quienes destrozaron tímpanos por décadas) y Yiya Murano, quien venderá sus exquisitas masitas entre los espectadores. Las galas concluyen en el momento en que operarios le suben la intensidad a las hornallas de la inmensa olla. El calor sofocante produce la rápida evacuación del improvisado coliseo. Calígula suspende de apuro su bacanal con las trolas y los traviesos; y Nerón, que no pierde las mañas, le prende fuego al escenario. Ah?un detalle menor, las neuronas quemadas de Marley lo llevaron a modificar su repertorio. Ya no interpreta clásicos del estilo de ?No woman, no cry? o ?I shot the sheriff?. Los hits que cierran sus recitales multitudinarios son ?Señora de las cuatro décadas? de Arjona, ?Jamás? la inspirada obra poética de Juan Ramón (me toco el izquierdo) y ?Las olas y el viento? el inoxidable de Donald. Las secuelas mentales por la observación de Guzmán en el programa de Paoloski son irreversibles.

 

Volvamos a la Tierra?

 

Mientras tanto, en Etiopía, cuna del rastafarismo y del emperador Haile Selassie, creador del movimiento socio-cultural-religioso conocido como rastafarismo, se prohibió la difusión de la grabacion para de esta forma controlar los suicidios en masa.

Estoy arrepentido. Cuestioné con excesiva crudeza a este enorme custodio de los palos en el desarrollo del artículo. Utilizaré los renglones finales para redimirlo.

Sandro Guzmán jugó en la primera división de Vélez. Yo entregaría una fortuna para poder hacerlo.

 

Usa rastas, toca reggae y es vegetariano-ojo con algunos plantines cuya ingesta provoca alucinaciones y desórdenes cerebrales- porque se le da la gana y con estas actitudes no jode a nadie (salvo a Bob Marley y a los etíopes). En la actualidad está encargado de un maxiquiosco en el centro de Ramos Mejía. Es libre y hace uso de su libertad con el debido respeto por sus prójimos. Lo aplaudo. Lo felicito.

De cualquier modo, como cierre de esta nota, ratifico la franqueza de aquel viejo precepto-aprendido en los picados de la infancia- que asegura: ?Al arco, siempre va el más??grandote?.

 

Gabriel Martínez