Esta es la última entrega de la saga ?Futbolistas extranjeros que actuaron en Vélez Sarsfield?. El capítulo final de la serie está dedicado a dos jugadores que militaron en el Club en contextos y coyunturas diferentes pero que coincidieronen la nota evaluatoria de sus rendimientos: Aplazado. Estas líneas repasarán las trayectorias de dos gigantes del balompié uruguayo que exudaron carencias y representaron el epítome del fracaso: Miguel Robinson Hernández y Marcelo De Souza.
1-Miguel Robinson ?Pico? Hernández nació un 10 de marzo de 1964 y se unió al elenco de ?stars? comandado por Alfio Basile en 1989 procedente del Necaxa mexicano. ?Pico? orbitó en un firmamento de estrellas que integraban consagrados como Sergio Zárate, Ricardo Gareca, Juan Gilberto Funes, Diego Simeone, Alejandro Mancuso y Ubaldo Matildo Fillol. El oriental, un delantero potente y veloz aunque embarullado y atolondrado, era una variante de jerarquía ante la eventual ausencia de alguno de las tres fieras que ocupaban el ataque: el ?Ratón?, el ?Búfalo? y el ?Tigre?. El puntero derecho fue uno de los damnificados en esa temporada por el insólitamente flojo andar del equipo. Nunca se pudo apreciar un funcionamiento lubricado y sólido. El ?Coco? acopió un grupo de figuras pero no logró ensamblar una estructura cohesionada. Vélez era generoso para con el espectáculo, ofensivo y vertical pero ingenuo y con graves grietas en defensa. También, justo es reconocerlo, el conjunto estuvo meado por una manada de elefantes. Pocas veces vi un equipo con tanta mala fortuna.Ya en la primera fecha, peloteó a Mandiyú en el Amalfitani y terminó derrotado por 1 a 0 con gol de?Mario Lucca en contra. Un presagio de lo que iba a deparar el destino. El oriundo de Minas (Unaaclaración: Minas es la capital del Departamento de Lavalleja y debe su denominación a la gran cantidad de yacimientos minerales. Posee entre sus muchos atractivos una estatua de Artigas considerada el monumento ecuestre más grande del mundo. Es, además, un típico poblado del interior uruguayo, tranquilo y con gente amable y servicial. Minas no es un sitio para que Ud, querido lector, organice con sus piratas amigotes un tour sexual) cruzó el Rio de la Plata en el 84 y anidó en Banfield por expreso pedido del técnico Miguel Ubaldo Ignomiriello. Jugó en el Taladro durante tres períodos y sus goles junto a sus destacadas perfomances lo elevaron a la categoría de ídolo al nivel de Félix Orte, Eliseo Mouriño, Javier Sanguinetti, el ?Pelado? Silva o Julio Falcioni. Alcanzó la cúspide de su rendimiento en el 87 cuando se convirtió en pieza fundamental para que la entidad del sur consiguiera el ascenso a la primera división. Su carrera continúo en México. Brilló en el América y el Necaxa dejando un grato recuerdo en ambas parcialidades. El Necaxa se lo cedió a Vélez. En su paso por el club, Hernández, entregóuna raquítica ficha personal: 27 encuentros y dos tantos. En la memoria fortinera quedó su participación goleadora en aquella épicaigualdad ante Boca en febrero del 90. Una arremetida suya en el minuto 83 se transformó en el segundo descuento velezano y en el prólogo para que el Flaco Gareca le pusiera el moño al resultado marcando el tercer tanto en la agonía del duelo. El resto fue opacidad y medianía. Apenas un puñado de espasmos.Tiznado y enmohecido, Robinson, como su homónimo Crusoe, naufragó, pero en las aguas de la intrascendencia. Ayudado por su querible amigo ?Viernes? (lea la famosa novela de Daniel Defoe) acomodó sus petates y partió a oxigenarse en otras latitudes. Al examinar su derrotero posterior puedo afirmar que de manera involuntaria Vélez fue el punto de largadade unarampa declinante en su trayectoria. Tras regresar fugazmente a Banfield, Hernández se enroló en Douglas Haig, Liverpool, Piriapolis y Nacional de Montevideo. Retirado de la actividad fue contratado para hacerse cargo de la quinta división de ?El verdiblanco? y estrenó su titulo de entrenador de profesionales en el Al Itihad de Libia, donde tuvo bajo sus órdenes a uno de los hijos del ex dictador Khadafi. De Libia, terruño pacifico si los hay, se marchó sin un mango (lo cagaron, no le garparon) y encima tuvo que cambiar su atuendo de técnico y su carpeta para anotar indicaciones, por un chaleco antibalas, un casco antibélico y un fusil de asalto kalashnikov para rajar del quilombo que se avecinaba. En la actualidad el ex wing diestro de ensortijada melena al viento (el viento sigue soplando, la melena le hizo lugar a una pulida pelada) cerró un acuerdo con Toros Celaya y dirige la escuela de fútbol de la prestigiosa entidad mexicana.
2-Recomendado por José Luis Chilavert (el paragua fue un arquero genial pero un mediocre consejero), el zaguero Marcelo de Souza depositó su osamenta en Liniers en el verano del 2004 y se acopló a la tropa dirigida por Carlos schia. De Souza, tetracampeón con Peñarol (95,96, 97 y 03) fue compañero de Chila en la conquista aurinegra del 03. Bien conceptuado, sus referencias y los simpatizantes del ?Manya? lo consideraban como un back duro, áspero, de gran fortaleza física y ?huevero? (esto es de muchos huevos). En su breve estadía por la Argentina el ?Negro? solo desplegó dureza, sus piernas parecían duras como un quebracho. Tal vez, en la revisación previa a la firma de su vinculación con el Club, la resonancia magnética a la que se sometió no fue lo suficientemente profunda para observar el yeso que paralizaba sus miembros inferiores y le impedía realizar los movimientos con normalidad. Su juego ni siquieraexhibió asperezas, los atacantes adversarios lo pasaban como poste yjamás pudo talarlos para acreditar su reciedumbre.El 29 de febrero de ese año, por la tercera fecha del torneo, el robusto moreno concretó su única anotación en Vélez en el marco de un empate en 3 tantos en la Bombonera. La gente, extasiada y excitada por la adrenalina del partido, coreó a viva voz el ?inédito? hit ?Uruguayo/Uruguayo?, un espejismo perecedero, unas loas desmesuradas y apresuradas, el remanente solo fueron puteadas.Mi reflexión es siempre es mas sana una puteada que una hoguera encendida donde arden los herejes. De Souza era una reencarnación desmejorada-si esto era posible- del peruano Rudolfo Manzo. La rápida eliminación del equipo en la primera ronda de la Libertadores y sus decepcionantes actuaciones personales provocaron su rápida eyección de nuestra institución. De Souza, nacido un 30 de setiembre de 1975, permaneció en el club apenas seis meses y estuvo presente en 12 compromisos convirtiendo un gol.
A mediados de la temporada una delegación dirigencial de Instituto de Córdoba viajó a Buenos Aires en la búsqueda de un marcador central. Medios periodísticos de la Docta consignaron que la noche anterior a la adquisición del refuerzo los directivos asistieron a una fiesta en la que abundaron los excesos (alcohol y otras yerbas). A la mañana siguiente, en calamitoso estado, no conscientes de sus actos,con la resaca a cuestas, los dirigentes cordobesesejecutaron una desatinada decisión para sus intereses y una festejada resolución para nosotros: Sumaron a su plantel de profesionales a Marcelo de Souza, lo primero que encontraron, si hubieran entrado a un museo se hubieran llevado una escultura.
Paradojas del destino en la provincia mediterránea el cuevero absorbió la pureza del aire serrano y se redimió de su fracaso futbolístico en uso de la casaca velezana. Sus ?destacados? desempeños lo hicieron acreedor del ?cariño? de los aficionados autóctonos. Superó con holgura lo demostrado defendiendo nuestros colores. En Vélez jugó mal?. en ?La Gloria? jugó horrible.Una noche de luna llena, en el marco de un operativo secreto,las autoridades del albirrojo trasladaron en helicóptero y lanzaron al morocho-con la aviesa intención de sacárselo de encima- a la cumbre del enigmático Cerro Uritorco (1979 mts de altura) en Capilla del Monte. Aislado dos semanas en la misteriosa montaña, el futbolista participó en unos picados con los simpáticos duendecitos de José de Zer a quienes literalmentemolió a patadas. Ni Los desesperados ruegos de Fabio Zerpa consiguieron que las naves extraterrestresque sobrevuelan periódicamente el cerro abdujeran al defensa central. Los marcianos saben poco de fútbol pero leen los diarios por internet y no son boludos.La atmosfera esotérica que rodea el Cerro de los Loros (Uritorco en lengua quichua) no logró rehabilitar al futbolista de epidermis azabache quien huyó raudo de la montaña, para eludir represalias, perseguido por los duendecitos, los gnomos y los enanitos verdes amigos del cronista de Nuevediario; el camarógrafo ?Chango?; los acampantes habituales a la espera del avistaje de ovnis;los vendedores de hojas de peperina y piedras energéticas;Fabio Zerpa; y varios alienígenas contratados por la barra albirroja, todos deseosos de desembarazarse a trompadas de semejante esperpento. Además de alfajores de fruta, en sus valijas de regreso a Montevideo, De Souza cargócon un nuevo listado de puteadas pero con tonada local. Al igual que sucedió con su coterráneo Hernández, Vélez resultó la cúspide de un tobogán desde donde arrancó el imparable declive. Emigró al Tianjin Teda (?) y en ciclos subsiguientes disfrutaron sus ?virtudes? el Deportivo Colonia, Danubio, Platense de Uruguay, Sanat Naft de Irán (?), Depor tivo Maldonado y Boston River.
El técnico Jorge Fossati reivindicó su deteriorada imagen en el 2006. Lo seleccionó para integrar el representativo celeste en un segmento de las eliminatorias para el Mundial de Alemania. El ?Negro? no lo defraudó. Fue titular en dos cotejos y marcó un tanto, números interesantes. Un detalle mínimo pero que no se debe obviar: El seleccionado uruguayo, con De Souza posicionado en defensa, perdió los dos encuentros y se comió? 8 goles (5 frente a Colombia y tres ante Perú), una boludez, una nimiedad. Los abultados marcadores en contra preanunciaban la determinación? el central no volvió a ser convocado.
En un tramo de esta curva descendente, De Souza se alistó en las filas del Deportivo Vida (?) de Honduras. Allí cohabitó con otro moreno, conpasado en nuestro país y militante de Los Atletas de Cristo: Eduardo ?Balín?Bennet. Adoctrinado por Bennet, ferviente practicante de su religión, ambos purgaron sus pecados en los confesionarios: ?Balín? fue conminado a recitar cinco mil ochocientos padrenuestros por haber incumplido el sextomandamiento y su anexo: No cometerás actos impuros. No lastimarás ni quebrarás a tu prójimo. El hondureño solía impactar el balón con el empeine y a los rivales con los tapones de sus botines. Cancelarich, Passet, Roberto Ayala y Claudio Úbeda, solo algunas de sus víctimas, agradecidos por la contrición aplicada. Pese a su resistencia inicial, el delantero de piel de ébano fue obligado por la entidad centroamericana a abandonar la criminal plancha que portaba en su zapato y a quitarse de la cabeza-los usaba como accesorios estéticos- la tibia y el peroné que pertenecíanal lateral Acevedo; ya no era fashion utilizarlos.Por su parte, De Souza había desobedecido el quinto y cuarto preceptos de las tablas de Moisés, aquellos que rezan: No robarás; y honrarás a tu padre y a tu madre. Su pasado en la Argentina, en Vélez e Instituto, fue un ?choreo?; y a los viejos los insultaron hasta en arameo. La sanción o penitencia impuesta fue durísima: quince mil credos y un millón de aves marías.
El último episodio a narrar en esta crónica lo ubica asumiendoun rol protagónico en el accidentado epílogo de un clásico Peñarol ?Nacional en el 2000. Diecisiete jugadores, entre los que estaba el protagonista de estas líneas, terminaron entre rejas, arrestados y procesados por trenzarse en una trifulca, una gresca generalizada de inusitadas proporciones. Cuentan los informes de la épocaque mezclado en los incidentes Don Marcelorepartió, pero también cobró, y de lo lindo, a manos del ?Chengue? Morales. Lamentablemente, las laxas leyes orientales y un juez garantista autorizaron la liberación de De Souza y de los otros dieciséis reos a pesar que la norma dictaminaba una pena no menor a los cuatro años. El magistrado que intervino en el expediente dictaminó, en discutible fallo, la nulidad de lo actuado. Marcelo De Souza recobró la libertadpero el funcionario judicial omitióretirarle los grilletes de sus pies, craso error, calzado con ellos disputó la docena de cotejos en Liniers. Una crítica a la justicia de la vecina orilla: Encarcelado, como correspondía, nos hubiésemos evitado seis meses de indignación, descontento y peligrosas variaciones en los valores de la presión arterial.
The end. Game over.
Dos razones me fuerzan a abandonar temporalmente los apetecibles chotos uruguayos. Una es médica. Empiezo una dieta. Mi clínico de cabecera me sugirió dejar a un lado las achuras al advertir un desmedido crecimiento en los niveles de colesterol. La otra es la autocensura. Si estas páginas cruzan el charco tendré seguro algún inconveniente para traspasar inmigraciones en caso de que Vélez deba dirimir alguna instancia decisiva por Copa Libertadores en la nación amiga. Quiero conservar los dientes. Una batea frizada, con otros chotos aderezados, espera ser masticada y degustada. Tiempo al tiempo. La mandíbula no descansa. Atentos Rubén González, Pablo Lima, Washington Villar o Chupete Vázquez. Hago una pausa, pero el regreso, como la venganza, será terrible.
Gabriel Martínez