La elección fue sencilla. Las opciones eran dos: chivitos o chotos uruguayos. No dudé, me incliné por la tradicional achura del otro lado del río. El azar me sonrió. Un superficial inventario arrojó un relevante stock de chotos en los archivos de nuestro Club. Unas delicias para hincarles los dientes en este y los próximos capítulos. Me envicié. Arropado por la gula no mido las consecuencias.
Hoy lo invito a degustar conmigo estos chotos. Manjares con nombre y apellido: Adrián Paz, Freddy Clavijo y Washington Abad.
1-Era veloz pero llegó tarde. Obstáculos en las negociaciones entre ambos clubes generaron que Adrián Gustavo Paz Charquero hiciera su presentación oficial con la camiseta de ?El Fortín? recién en la 12ª fecha, ocasión en la que Vélez recibió a River Plate en el Amalfitani. El wing uruguayo ingresó en la segunda etapa y la descosió apoyado en desbordes y diagonales. Esa recordada tarde perforó y lastimó por las bandas al tembladeral defensivo plumífero. Su portentosa velocidad puso en jaque a la estructura de la línea de fondo rival y resultó determinante para lograr un categórico triunfo por 2 a 0 con anotaciones de Maximiliano Cincunegui y Claudio Morresi. Adrián Paz nació un 9 de setiembre de 1966 en Montevideo y era la joven promesa que pintaba para estrella del Bella Vista uruguayo. Los directivos, luego de largas tratativas, lo incorporaron a préstamo en 1988 y el puntero se puso a las órdenes del técnico Mario Nicasio Zanabria, reemplazante del cordobés Daniel Willington, quien había abandonado el buzo empujado por la magra cosecha de unidades. Paz era vertiginoso, tenía un cohete en el toor, volaba en la cancha y dejaba petrificados a los cancerberos adversarios. Su aparición modificó la cara de un equipo con escasas luces y abría un resquicio para la ilusión. En aquella jornada ante los reyes del cacareo, el oriental desnudó todos sus encantos e hipnotizó a la parcialidad velezana que premió su destacada tarea con el ?original? grito de ?Uruguayo, Uruguayo?. A la salida del estadio, mezclados con el alborozo y la algarabía, los comentarios de los simpatizantes eran coincidentes: ?Es la rencarnación de Sansone? sostenían muchos; ?Es una copia fiel de Caniggia? aseguraban otros. El envión del espejismo inicial sucumbió luego de cinco o seis encuentros. Los encantos desnudados del botija empezaron a cubrirse con un halo de mediocridad. El vértigo le quitaba precisión a las entregas y puntería al momento de la definición.La velocidad es un atributo genético que suma pero asociada a otras destrezas. El fútbol se juega con once compañeros, once contrarios, dos arcos, una pelota y se desarrolla en un terreno de 70 x 100 mts, no en una pista de atletismo. El Barcelona de Guardiola deslumbra sin requerir la presencia del correcaminos jamaiquino Usain Bolt. Maradona ganó todo sin la necesidad de pasarle el balón a Carl Lewis. Finalizada la temporada, Vélez no hizo uso de la opción por su pase y Paz Charquero volvió a cruzar el charco (un juego de palabras para ganar minitas en Pachá o que lo señalen como un pe?.tudo en el mismo ámbito) y regresó a su patria tras disputar 28 encuentros y convertir 3 goles. Defendió un año la casaca de su querido Bella Vista y gracias a sus buenas actuaciones su ficha fue adquirida por Peñarol. El público lo resistía. Una agresión al árbitro chileno Hernán Silva en el marco de una semifinal de Supercopa ante Olimpia le valió una suspensión dictaminada por la Confederación Sudamericana que lo marginó de los campos durante doce meses. Retornó a nuestro país convocado por Estudiantes. Su trayectoria tenía pendiente una asignatura: Triunfar en Argentina. Lo logró. En el transcurso de 1994, el delgado y melenudo delantero desmalezó con la albirroja el andarivel derecho del predio de 1 y 57, y ?colaboró?, junto con ?estrellas? como Capria o Calderón, para que ?El Pincha???...descendiera a la segunda división. Según socios de la entidad platense, vale reconocerlo, el extremo (como diría Bielsa), fue uno de los pocos que salió chamuscado pero indemne, sin quemaduras, del incendio. Huyó raudo de La Plata ?el horno no estaba para bollos- y arrancó un peregrinaje atiborrado de gloria por entidades de renombre mundial. En represalia por los containers importados del gigante asiático- desbordados de linternas que funcionan una semana o alicates que se desafilan al segundo uso- desde el tercer mundo le despachamos al acelerado ariete quien desensilló en el Puddong (?), el Shangai (?)y el Quing Dao Sea (?) chinos. Son mil cuatrocientos millones, ni se avivaron del arribo de Paz. En aquella época, los orientales de ojos rasgados tenían menos fútbol que el canal Cosmopolitan. En las tribunas de los conjuntos mencionados cada uno de sus relampagueantes piques eran festejados con risas y aplausos inentendibles aunque el wing terminara chocando contra un cartel publicitario. El charrúa olfateó un negocio y propuso canjes aceptados de inmediato por los dirigentes autóctonos. Diez piques por un microondas; cinco piques por una multiprocesadora y una juguera; y dos piques por una docena de cajas de palitos chinos marca las cobras de Shangai (los mejores). Adrián Paz resolvió de esta manera, y por un par de décadas, los regalos de casamiento de sus allegados y los obsequios para los amigos de sus hijos. Sus corridas abarrotaron de electrodomésticos un galpón rentado en Pekín. De fútbol, poco y nada. Su último quehacer en los pagos de Mao fue participar en la ultra maratón de la Gran Muralla China*. Tardó siete meses, ocho horas y cuarenta y tres minutos en cubrir los 7500 kms entre el Paso de Jiayu y el Golfo de Zhili. Los chinos lo recompensaron con un bono vitalicio que otorgaba un 20 % de descuento en las compras en todos los supermercados de la colectividad en Sudamérica (menos en el Autoservicio de mi cuadra. Jung, el dueño, no acepta tickets ni bonos. No habla castellano pero siempre repite lo mismo ?No ticket, no bono, quielo billete?). Antes de concluir el año del dragón, el oriental del Rio de la Plata organizó una cena de despedida que incluyó feng shui, chop suey, sopa floreada de huevo, pollo con chili y bebidas como el sake, y emigró de la nación gobernada por Hu Jintao. Paz alquiló un buque flete para transportar sus electrodomésticos y se refugió en Gran Bretaña. Lo acogieron (que feo suena) el Ipswich y el Coventry ingleses; y se transformó en el primer yorugua en firmar una planilla en la Premier League. Su próximo destino, tras un tercer ciclo en Bella Vista, fue el soccer estadounidense, balompié de enorme estatura internacional. Adrián Gustavo Paz prolongó su carrera en el Colorado Rapid y el Columbus. Se retiró de la actividad en el 2000. El satélite de mi GPS y unos clicks en la red lo localizan a cargo de un emprendimiento deportivo. Proyectó y erigió una Institución de fútbol infantil en la poderosa nación del norte: El Palm Beach Premier FC.
2-Freddy por Krueger (aquel de pesadilla); Clavito por Clavijo. Así define Cacho, un hincha recalcitrante, al guardameta charrúa que aterrizó en Liniers en 1980. Freddy Gustavo Clavijo (Montevideo, 23/01/1957) era el arquero del seleccionado celeste y de Defensor Sporting- el conjunto comandado por el profesor De León que quebró en 1976 la histórica hegemonía de Nacional y Peñarol en los certámenes uruguayos-. El inminente traspaso al exterior de Julio Cesar Falcioni obligó a las autoridades de turno a salir a la caza de una variante para el puesto. Clavijo ostentaba los pergaminos suficientes para adueñarse de la valla fortinera. Sin embargo, al servicio de las huestes velezanas, los pergaminos se arrugaron definitivamente. Clavijo solo atajó (una manera amable de decirlo) seis partidos y se comió seis goles. Sus desempeños bajo los palos fueron un fiasco y a la temporada siguiente la Comisión Directiva consensuó la cesión del portero a Atlanta por la suma de 80.000 dólares. Los de Villa Crespo, en una etapa de inusual desprendimiento, desembolsaron además 100 lucas por el ?Tano Damiano en un intento por armar un dream team (lo mirabas y te dormías), con el propósito de ascender a la primera división. Ambos defeccionaron. Los bohemios finalizaron el torneo en la mitad de la tabla y Freddy se despidió del predio de Humboldt envuelto en un torrente de desprestigio y opacidad. Su autoestima estaba en baja pero el ?1? demostró poseer una fuerte personalidad carente de complejos de inferioridad. No se desmoralizó al enterarse que Vélez había cubierto su vacante y la de Pelusa Falcioni (transferido al América caleño), con la incorporación de tres ?próceres del arco?: La ?Foca? Landaburu, Carlitos Trucco y Juan Carlos Piccard. Yo, en su lugar, me hubiese pegado un cohetazo en las bolas. Procuró resetear su carrera y se mudó a Colombia. Un efímero y paupérrimo recorrido de 4 cotejos en el Independiente Santa Fe aventuraba un horizonte oscuro. Se redimió en el Tolima. Sus performances en el vinotinto pueden calificarse de aceptables. Freddy Gustavo Clavijo, en un gesto misericordioso hacia los aficionados colgó los guantes. La correcta decisión fue un mazazo en su cabeza que le permitió recobrar la memoria que había perdido en su estadía en Liniers. Volvió a utilizar las manos pero no para detener los remates o cabezazos de los adversarios sino para sostener los surtidores de la estación de servicio de su propiedad en el casco céntrico montevideano.
3-La imagen quedó grabada en el recuerdo y la retina de los fanáticos bolsoneros. En 1973, el emblemático guardavalla brasileño Hailton Correa de Arruda, apodado ?Manga?, efectivizó un saque de meta en busca de la cabeza de su compañero atacante Washington Abad ubicado en las inmediaciones del área contraria. Abad saltó pero no consiguió impactar el esférico que continuó su camino, botó en el césped, tomó un raro efecto y se introdujo en la red ante la atónita mirada del golero del Racing Charrúa. ?Manga? se transformó en un pionero como arquero goleador; y su proeza, un gol de arco a arco, en una noticia que recorrió el mundo. Inmersos en el mundo estaban los dirigentes de nuestra institución quienes se reunieron en sesión extraordinaria para debatir sobre el notable suceso. La lógica indica que los miembros de la CD mostrarían un interés especial por el guardameta oriundo de Brasil. No? presunción errónea. Un alto integrante de la mesa directiva razonó en voz alta y con buen ?juicio? sobre la maniobra: ?Hace falta un delantero. Si Abad no la tocó y fue gol, cuando la toque estamos en presencia de un fenómeno?. La insensata argumentación fue aprobada por unanimidad (indicio de que todos fumaban lo mismo). Le enviaron los pasajes, Washington se subió al barco Nicolás Mihanovich y cinco horas después desembarcaba en la terminal portuaria y era recibido por un comité de bienvenida luego de rubricar su vinculación con el club. Me pongo serio y dejo a un lado la ironía. El paso de Abad en defensa de nuestros colores no registra aspectos negativos. Se cumplió parte de aquel pronóstico. Abad no jugó nunca, no la tocó, pero el plantel profesional no contaba con un golero como ?Manga?. Fastidiado y enfadado por la falta de oportunidades para afirmarse en la alineación titular, Abad se marchó y utilizó el prestigio de Vélez como un trampolín desde donde saltó a la fama, se desquitó y les demostró a las autoridades, y al técnico que no lo tuvo en cuenta, su real valía. Franqueó la cordillera para alcanzar la gloria y el reconocimiento mediático (un lunes ?El Mercurio? publicó una línea en la que lo mencionaba por haber realizado correctamente un saque lateral). Su voracidad ofensiva se reflejó en sus admirables producciones en dos entidades de colosal reputación: El Ñublense y el Lota Schwager (pensé que era el rótulo de una cerveza alemana) chilenos. Su rastro se difumina. Sus huellas se desvanecen. Abad, supongo que haciendo honor a su apellido, se habrá enclaustrado en un monasterio y exhibe sus dotes futbolísticas en los certámenes internos. Sospecho que ejerce su rol de superior de la congregación, de la abadía, para obligar a sus compañeros y monjes rivales a jugar vistiendo las tradicionales túnicas. Un ventajero, pero la única manera que encontró para poder gambetearlos. Punto final a la crónica.¿Le gustaron los chotos querido lector? Me quedaron reservas en el freezer. Le renuevo la invitación para dentro de quince días. Repetimos la secuencia: Yo pongo los chotos y Ud ponga?..Ud traiga el postre.
N de R: Agradezco los datos aportados por mi amigo Oscar Barnade para la redacción de esta reseña.
La muralla china es una de las siete maravillas de la humanidad y el mayor cementerio que existe sobre la tierra. Se calcula que durante su construcción murieron alrededor de diez millones de obreros. Cuesta entender como los chinos invirtieron un milenio y centenares de millones de ladrillos en su edificación- levantando paredes de 7mts de altura y 5 mts de ancho a lo largo de casi ocho mil kms- y hoy padecen gravísimos problemas habitacionales.
Gabriel Martínez