Vélez pasó con éxito su estadía en Santiago del Estero y se trajo tres puntos importantísimos para seguir fortaleciendo su confianza. Producto del esfuerzo, el orden táctico y por supuesto la eficacia en ataque, los dirigidos por Gustavo Quinteros sacaron adelante un cruce muy difícil, donde el rival le disputó la pelota y por momentos jugó mejor.
Pero al fútbol se gana con goles y defendiendo correctamente. Así se mostró El Fortín, que una vez más en la Era del Profesor demostró que jugar con un jugador menos en gran parte del segundo tiempo no implica caerse, sino sacar fuerzas de donde a veces no sobran para potenciar al equipo y salir adelante colectivamente.
El equipo tuvo como mayor virtud saber golpear en los momentos que el rival lo asediaba. El 1-0 llegó a través de una "avivada" de Braian Romero luego de un mal control de Lautaro Rivero adentro de su propia área; a la carrera el delantero tocó de primera para que la pelota ingrese rasante ante el esfuerzo de Luis Ingolotti, que antes le había tapado un mano a mano clave.
Mientras Tomás Marchiori se lució con un par de atajadas dignas de su estirpe de arquero gana partidos, también logró salir adelante luego de un duro choque con un rival que parecía dejarlo fuera del partido. Pero Vélez nunca perdió la línea y ya en el segundo tiempo pudo liquidar el pleito con un ataque letal que encabezaron el ingresado Michael Santos, Francisco Pizzini y Elías Gómez. De los pies del lateral llegó el centro atrás para Christian Ordoñez, quien dejó al arquero fuera de foco y cedió para Pancho, que de primera definió con un toque suave para el 2-0. Golazo que comenzó a gestarse con una salida clara desde el área fortinera.
Costó consolidar el triunfo, sin dudas. Y ahí es cuando afloró el amor propio del grupo que sumó la tercera victoria en fila. Coyuntura ideal para que el sábado explote el Estadio José Amalfitani, a la espera de otra alegría que cimente aun más la ilusión que enarbola este equipo.
¡Vamos, Fortín de mi vida!