A veces el fútbol tiene estas cosas. Esta clase de partidos que quedan desclasificados. Los que se luchan con una pornografía absoluta en cada disputa del balón contando contando con la permisiva cautela e indiferencia del colegiado que debe juzgar. Pero lo que tiene el fútbol de ves en cuando, es justamente esta cosa de no poder jugar justamente al fútbol.

Ni Vélez ni Quilmes, ninguno de los dos. Por más que nos interese lo que puede hacer el equipo de Russo, también lo que proponga el rival juega y marca la tendencia del juego. Ojo, no se busca justificar las falencias de Vélez en el rival, pero marcan la pauta de cómo jugar.

Era sabido que el Fortín iba a estar necesitado de triunfo tras el empate ante Sarmiento en casa y más allá de lo que exige su historia, pero esa necesidad también era del local que venía de nueve citas con la redonda sin retirarse triunfal. Tanto como decir que la última victoria había sido justamente ante Vélez, pero en el torneo de transición pasado. En ese duelo de necesidades anduvo el juego y cuando uno anda necesitado, no se pone de ninguna manera específico.

Cuánto contribuyó el juez, mucho. Pablo Díaz no estuvo a la altura de lo que ameritaba el juego, porque le subió la temperatura al termómetro de ambos siendo permisivo con una plancha descalificadora de Rodrigo Braña sobre la humanidad de Fausto Grillo en el inicio donde ni siquiera apercibió con amarilla al Capitán Cervecero. Mucho menos cuando minutos más tarde y en tren de devolver gentilezas, Grillo lo levantó por el aire a Braña. Nada de parte del juez y todos aprovecharon para contribuir a la pierna fuerte y a jugar cada vez un poco peor.

Pero tal vez cuando Vélez se proponía jugar en terreno rival, casi sin buscarlo, el local se quedó con el primer grito de la tarde. Quedó cortó el despeje de Cubero a un tiro libre y el rebote lo anticipó el juvenil Suárez que de espaldas cabeceó el balón lejos de Sosa. EL Fortín se equivocaba atrás y lo pagaba con gol. Demasiado caro.

Intentó por varios medios torcer el destino pero en el primer tiempo parecía imposible. Vélez no encontraba la asociación y desmarques desde la mitad de la cancha y todas las pelotas (con una gran imprecisión producto del apuro) iban a parar al rival. Quedó evidenciado en 45 minutos que a Cabral le cuesta jugar por afuera y pegado a la raya por la izquierda perdiendo panorama para desplegar su juego, uno de los que mejor tratan a la pelota en Vélez. Como también lo poco que aprovechó su rapidez por afuera Leo Rolón.

Por eso Russo para el complemento movió fichas. A la cancha Cáseres por Rolón y Asad por Cabral. El penal por el agarrroncito de Carli sobre Pavone que cambió Caraglio por gol le dio la tranquilidad al Fortín desde el vamos del complemento encontrar lo que tanto le había costado y ponerse en igualdad de condiciones ante un equipo que no inquietaba a Sosa. Pero los minutos fueron pasando y preocupados unos del otro en no ser lastimados (en los arcos, porque en el juego se repartieron de lo lindo), ninguno hacía méritos para llevarse los tres puntos. 

Vélez tuvo algunas pero le faltó profundidad en el último pase y determinación para inquietar a Assmann. Quilmes tuvo dos y tras fallar Ramírez ante una tapada colosal de Sosa; el mismo Ramírez canjeó por gol el penal sobre la hora que le dio Díaz a Quilmes tras una falta de Amor (el juez amonestó a Pellerano mostrando que juzgó siempre mal) sobre Fernández.

Quilmes rompió la racha por un triunfo que se festejó como un campeonato. Vélez evidencia su falta de juego y que lejos de crecer con el correr de los partidos pareciera desinflarse en el avance del torneo. De todas formas, el camino del aprendizaje tendrá estas cuestiones. Cuestión que deberá asimilarse rápido porque el tiempo... el tiempo no para. El fútbol tampoco.

@martineta16