Bahía Blanca, Sábado 2 de abril de 2011.(Prensa Vélez Sarsfield ? Estadio Roberto Carminatti) Una final. Como cada partido que se le planta de aquí hasta el final a Vélez; sin importar campeonato ni resolución de continuidad. Una tras otra, así va este equipo en su camino hacia la tan ansiada y negada corona. Así fue el encuentro ante Olimpo, que no fue la excepción en esta lucha constante y sin tregua. Así lo siente y vive Vélez cada vez que sale al campo de juego y lo va reafirmando con una personalidad que aflora y rememora a lo grande realizado en el pasado Torneo Apertura 2010, con momento culminante en Avellaneda.
Porque la visita a Bahía Blanca sin dudas que se presentaba como un duro escollo a atravesar, porque el conjunto que comanda Omar De Felippe, sabe a lo que juega y lo demuestra haciendo un torneo sin pensar en la tabla de abajo, porque sale a buscar y es protagonista sin importar el terreno. Es verdad, le cuesta de local y eso queda evidenciado. Pero por qué empezar el informe con Olimpo como protagonista. Es que es ahí, donde Vélez sacó lo mejor de lo mejor, en un terreno que al local le costaba. Si en su propia casa. Vélez lo aprovechó al máximo.
Desde el vamos en los pasillos del Carminatti se alegraban con las ausencias de Santiago Silva y Maximiliano Moralez, ya que ambos habían llegado a la quinta amarilla. Pero seguramente, incrédulos, no sabían que serían presa del gran juego gran de Ricardo Álvarez. Porque es cierto, ya dejó desde hace un par de partidos de ser Ricky para ser Ricardo. Maduro, firme, con claridad y mucha personalidad para jugar y hacerse fuerte y pieza importante en un equipo de grandes figuras. Este joven maravilla hace de su zurda el arma y su gambeta su bandera. Siempre para adelante, siempre buscando el juego que lo lleve derecho al arco rival. Pulmón del equipo, Álvarez fue la máxima figura en la fantástica tarde en Bahía. Además, fue quien aprovechó un mal paso de Mosset y a los dos minutos se metió en el área para vencer con un zurdazo fuerte y bajo a Tombolini y encaminar así la victoria de Vélez lejos de casa pero bien cerca del hincha que copó la cabecera visitante en el Carminatti.
Porque además, Canteros se hace firme en el medio juego y demuestra que además de meter pierna se puede jugar; pero siempre marcando la pauta que debe ser en ese orden. Primero la pierna para marcar, luego el pie para jugar y hacer jugar. A Tito no le tiembla el pulso a la hora de ir para el frente, de asociarse, de hacerse importante en el campo de juego para el equipo. Casi se le da también el gol en esta hermosa combinación que terminó con su remate estrellándose en el travesaño mientras Tombolini miraba atónito el desenlace de la jugada. Bien por Canteros.
Así todo Vélez va detrás en clara señal de demostrar que está más vivo que nunca, que está hambriento de título, tras el sinsabor del pasado campeonato, con una campaña sensacional pero sin coronar. Porque se recupera de sus errores hasta en el mismo partido, porque en el peor momento del partido, cerca del final de la primera parte Olimpo se encontrón con la igualdad. Allí Loustau compro un penal de Papa a Galván que no existió y Rolle cambió por gol ante una estirada de Barovero que casi arañó el esférico balón.
Pero lejos de quedarse Vélez fue por más. De entrada también en el complemento fue por más y encontró el premio en los pies del hombre símbolo en la ofensiva. El nuevo goleador del Fortín versión 2011. Emiliano Ramiro Papa. Sí, Papita. Porque estuvo ahí atento para capturar el largo rebote que dio Tombolini ante la exigencia del remate de media distancia. Papa se metió al área y empujó disfrazado de Silva la pelota al gol. Al gol que le daba la tranquilidad a Vélez; el gol que lo ponía en lo más alto del marcador en la tarde de Bahía; el tanto que lo mandaba a lo más alto del campeonato y con un partido adeudado frente a San Lorenzo. Vélez aprovecha y celebra tener la humildad y el sacrificio de Papa al servicio del equipo.
Desde ahí fue luchar, pelear y ganar. Porque en esa lucha, en esa personalidad que mostró Vélez para sostener un resultado; también se destaca. Porque todos poniendo la cabeza, el cuerpo, la piel para sostenerse ganadores en el marcador. Porque se entendía que los tres puntos en Bahía no son cosa de todos los días. Porque se sabe que ganando estos partidos aparecen las chances, las chapas de candidato y se alimenta la ilusión. La misma ilusión de esas mil almas velezanas que se dieron cita en el Carminatti, que no se podían ir presos de la locura de seguir cantando, mirar al cielo emocionarse, abrazarse con quien esté al lado, gozar tener la camiseta en el pecho. Mujeres, niños, hombres; todo el mundo celebrando por estos tres puntos también abrazados con los jugadores en el campo de juego.
Cómo no te vas a ilusionar. Cómo no vas a dejarte llevar por la locura. Cuatro partidos al hilo con victoria para que Vélez se siga acostumbrando nuevamente a ser el protagonista absoluto de los torneos en la Argentina.
El Gigante está despierto y sueña.
Carlos Alberto Martino[email protected]