El 27 de julio de 1965 nació en Luque, Paraguay, José Luis Félix Chilavert.

Criado en el seno de una familia humilde, Chila debutó en primera a los 15 años en Sportivo Luqueño y prolongó su carrera consagrándose campeón en el Club Guaraní.

Arribó a la Argentina en 1985 contratado por San Lorenzo de Almagro. En la entidad de Boedo exhibió grageas de su capacidad y buena parte de su enorme personalidad, cualidades observadas por el Zaragoza español que lo sumó a sus filas en 1988. Se afincó en Vélez en 1992 por consejo de Héctor Veira y con el consentimiento del técnico de entonces, Eduardo Lujan Manera.

En su estadía en Liniers, el Paraguayo se erigió en EL ESTANDARTE de nuestra institución. Es una referencia inevitable en la década dorada del Fortín. Su decisiva influencia-no solo por su notables cualidades para custodiar los palos sino también por su poder de gol, su lectura del juego y su aureola de caudillo-fue basamento fundamental para que Vélez capturara cuatro estrellas locales y cinco internacionales.

En su peregrinaje de una década defendiendo la divisa velezana,  protegió el arco en 347 ocasiones y marcó 48 tantos, uno de ellos, aquel que le convirtió a River el 22 de marzo de 1996, quizás uno de los más gritados en la historia futbolística del Club y uno de los más novelescos en la vida del fútbol argentino.

Colgó los guantes en el 2004-previo intermedio de dos temporadas con pasos por Francia y Uruguay- y dejó un vacío en el arco que aún hoy, es cubierto apenas por un tinte de nostalgia.

Todavía retumba en el Amalfitani el cántico “Ojalá que gane/que gane el Fortinero/ ojalá que gane con gol de Chilavert” o el “Uhhhhhhhhhh” bien estirado cada vez que su bendecido botín zurdo ejecutaba con potencia y precisión los saques de meta.

José Luis Chilavert es un villano encantador. Un superhéroe terrenal a quien se lo admira con sus encandilantes luces y sus tenues sombras. Un fuera de serie. Durante años, el mejor del planeta en su oficio. Alguien que apoyado en su magnetismo y sus atributos eternizó su figura y coló sus hazañas muy profundo en el corazón del hincha fortinero. Un personaje irrepetible que ocupó el centro de la escena como un cruzado en el ciclo de gloria de la V azulada. Un astro, un gigante. Una Leyenda.

SUS GOLES