Domingo de fiesta, de pasado glorioso y presente heroico yendo por todo, como corresponde en un Campeón del Mundo. Y más hoy, a 30 años de la obtención de la Copa Intercontinental, Vélez sacó adelante un duro partido que le permite continuar una fecha más en lo más alto de la Liga Profesional. Garra, corazón y fútbol, dosis precisas de un líder que no se baja de la lucha.

El Fortín salió a buscarlo de entrada, pero Sarmiento llegó primero (y por última vez en el partido) a los 2 minutos con un remate de afuera del área de Burgoa que desactivó muy bien Tomás Marchiori. Justamente el Kiwi se volvió un conjunto rocoso que logró cerrarse muy bien casi todo el partido, porque pese a manejar la pelota y pararse permanentemente en campo rival a los dirigidos por Gustavo Quinteros les costó penetrar con claridad el área defendida por Lucas Acosta.

Así todo fueron llegando aproximaciones a través de Francisco Pizzini que tapó el arquero y mismo un disparo de Claudio Aquino que volvió a desbaratar el 42. Pero recién a los 40´ se abrió el marcador con un claro penal de Iván Morales que amortiguó la pelota con la mano dentro del área. Aquino tomó la pelota y con seguridad abrió su pie derecho para desatar un grito ensordecedor en un Amalfitani explotado de público velezano.

Con el 1-0 llegó el entretiempo en calma para disfrutar del reconocimiento a los Campeones del Mundo. La efervesencia del público empujó al equipo para arrancar muy metido en el complemento y casi amplía la cuenta de no ser porque el travesaño le negó el grito a Pizzini. 

El Fortín jugó lejos de su arco, padeció el roce constante de Sarmiento y se fue desinflando con el correr de los minutos, aunque el rival nunca llegó a inquietar. La tensión en el aire mezclada con el aliento del público fue decorando un final de esfuerzo y tenencia de pelota hasta llegar al tiempo cumplido y estallar en un grito. 

Ganó Vélez con lo justo, suficiente para encarar los últimos dos partidos con la confianza en alto. Tan lejos y tan cerca a la vez de un sueño que contempla la disputa de dos estrellas, bajo el paraguas de los 30 años de Gloria. Un domingo soñado, completo, en la firme espera de seguir aguardando por el sueño de todos.