De a poco todo vuelve a ser como antes. Aunque aun con resabios de una pandemia que caló muy hondo, hay pasiones que jamás morirán. Miles de socios e hinchas de Vélez se visitieron de gala para el retorno soñado en una semana repleta de emociones y, puntualmente, un sábado esperado como pocas veces.
El 4 de marzo de 2020 ante Godoy Cruz en Liniers, fue la última vez que los hinchas pudieron ver a su equipo. Luego, el 20/3 se decretó el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio a causa del COVID y no quedó más que seguir al equipo a distancia. 577 días en el medio. Un año, 6 meses y 25 días. De cualquier forma, las cuentas para retornar a la presencialidad y alentar como siempre sucedió, se hicieron eternas. Sin embargo, las medidas sanitarias lo permitieron y finalmente anoche socios e hinchas volvieron a pisar las gradas del estadio más lindo del mundo.
Con aforo reducido no mermó el aliento. Familias enteras, amigos y amigas de toda la vida, compañeros de tribuna, desconocidos pero conocidos de alguna u otra forma, parejas, ex parejas; todo el arco de la sociabilidad velezana dijo presente desde temprano, cuando las puertas del templo se abrieron a partir de las 17hs.
Aquellos que se desbordaban de ganas de ingresar, comenzaron a reunirse desde temprano en el Polideportivo, espacio y ritual que se añoraba volver a vivir tanto como el retorno a las canchas. Las redes sociales se inundaron de selfies con la camiseta puesta, también de retratos de las cercanías de Juan B. Justo 9200 o cantando canciones que hacían amenguar la espera.
Todo se fue viviendo como antes, la memoria no se perdió. Pero sí la ausencia de tanta gente querida a raíz del COVID, despertó profunda nostalgia. Algunos/as, muchos, faltaron en el Amalfitani y su recuerdo feliz será la única manera de tenerlos cerca como siempre.
Tanta emoción junta explotó de golpe con el gol de Juan Martín Lucero, provocando un grito donde cada garganta dio todo lo que podía y más también. Con el desarrollo del partido, dosis de bronca y angustia no faltaron. Quizás por eso nunca se dejó de cantar para apuntalar al Flaco y sus muchachos. Llegó descuento de Thiago y un nuevo grito tronó en la noche de Liners. Final abierto de pronto e impensado 10 minutos antes...
Ya con el 3-3, previo grito de ¡Penaaaal! sobre Matías De Los Santos, si quedaba algo de compostura se rompió por completo. Abrazos, bocas en un solo grito; un desahogo total invadió a las miles de almas velezanas. El agónico empate le devolvió una importante dosis de alegría a cada uno de los hinchas, siendo mínimamente lo más justo luego de tanta angustia acumulada durante 19 meses.
Ya está, ya pasó. La pasión incurable, el sentimiento más fiel, está de vuelta y llegó para quedarse de donde nunca debió haberse ido.
Todos Juntos en casa, una vez más.