Fútbol
Vélez 3-3 Independiente
Vélez empató 3 a 3 ante el Rojo, en un emotivo final. Lucero, Almada y De los Santos convirtieron para El Fortín, que rescató un punto agónico en la vuelta del público al Amalfitani.
Vélez empató 3 a 3 ante el Rojo, en un emotivo final. Lucero, Almada y De los Santos convirtieron para El Fortín, que rescató un punto agónico en la vuelta del público al Amalfitani.
Vélez rescató un emotivo empate, en casa, ante Independiente y frente a miles de almas que disfrutaron y se emocionaron con la vuelta al Amalfitani, tras casi 19 meses de ver partidos sin público.
El final, si bien no sirvió para ganar, fue el reflejo fiel del desahogo contenido durante tanto tiempo de angustia y ausencia, porque se gritó y se celebró como un triunfo, por el tiempo, la manera y por el desarrollo del partido. El Fortín se quedó con un premio que no mereció, como tantas otras veces la suerte le fue esquiva y lo dejó con las manos vacías cuando había superado claramente a su rival.
La incidencia de la gente se vio de principio a fin, porque en el arranque del encuentro, el equipo de Pellegrino pareció sentir ese nerviosismo extra que se generó desde las tribunas y lo tradujo en presión sin precisión y en desorden táctico, porque Independiente hizo un planteo inteligente y pudo haberle sacado más rédito a la ventaja que se llevó al entretiempo.
La primera emoción llegó a los 12 minutos, con un córner que provocó Luca Orellano y que Lucas Janson ganó de cabeza y obligó a Sosa a esforzarse para evitar el gol, pero del rebote y de arremetida, Juan Martín Lucero la empujó al fondo y puso a Vélez en ventaja. Ese fue el momento en el que se suponía que el equipo debería serenarse y manejar la pelota como habitualmente lo hace para desgastar a su rival. Pero no fue así, porque la diferencia duró un minuto. Llegó la primera desatención del fondo y el partido se puso 1 a 1.
A partir de ahí fue todo del conjunto de Falcioni, que cerró los circuitos de juego y minimizó la tarea de los generadores de juego del Fortín. Además, le sumó presión a la marca y nunca dejó de ser directo y profundo para atacar, lo que se volvió una combinación peligrosa para la defensa de Vélez, que sufrió y quedó expuesta en cada embestida visitante, que obligaron a Lucas Hoyos, a tener más de una intervención determinante.
Pasada la media hora, el equipo de Avellaneda encontró la ventaja con otro tanto de Silvio Romero dentro del área chica y el dominio fue más claro, porque si bien por momentos el local dispuso de la pelota, nunca logró llevar peligro real al arco de Sosa. Recién a cinco del final de la primera mitad, Orellano metió un centro bajo y Janson, desde el ángulo del área chica le pegó mordido y la tiró afuera, en la más clara del primer tiempo después del gol.
En el segundo tiempo, el Rojo bajó su intensidad, pero nunca dejó de ser prolijo en el trato de pelota y la salida limpia, lo que le permitió tener sus chances, porque siempre supo encontrar los caminos y por la necesidad de su rival de salir a buscar el resultado y desproteger su última línea, que no mostró garantías.
El dominio de Vélez en el complemento no se tradujo en llegadas, porque recién a los 23 minutos Lucero remató de media vuelta y la pelota se fue apenas al lado del palo. Para colmo, en el siguiente avance, a la salida de un córner y medio de un tumulto en el área, le queda la pelota a Costa, que desde el piso remató y la puso por encima de Hoyos. Fueron minutos de desconcierto y sensaciones encontradas, porque El Fortín se vio superado, sin merecer más de lo que hasta ahí había conseguido y con la amenaza de que el resultado, en alguno de los punzantes ataques rojos, se estire más todavía.
Pero de tanto buscar sin claridad ni precisión y alentado por el público, llegó el descuento de Thiago Almada, a los 43 minutos del complemento. El Guayo encontró una pelota de frente al arco a la altura del punto del penal y le pegó seco para poner el 2-3 y la pequeña esperanza de igualar el partido.
En ese momento, Independiente hizo los cambios y eligió con ellos refugiarse y cuidar la diferencia; pero empuje de los hinchas y la respuesta anímica del equipo tornaron esos minutos finales, los más emotivos de la noche, porque Vélez perdió el orden y sólo hizo foco en llegar al área para tener una chance más de gol, que le diera el empate.
Y la explosión de felicidad llegó en el tercer minuto de descuento, cuando cayó un centro pasado al área, que Mateo Pellegrino -había ingresado un minuto antes por Lucero- cabeceó hacia adentro y Matías De los Santos, tomado por un rival en del área chica, giró y empujó de manera poco ortodoxa al gol. Fue el 3 a 3 y el delirio de todos los hinchas que explotaron con el festejo.
Valioso punto en Liniers. Suena raro, pero en una noche en la que el equipo pareció inconexo, frágil e inofensivo firmó una igualdad que lo mantiene en carrera y le extiende a 6 encuentros su racha sin derrotas, con la importancia de sumar puntos para pelear arriba y para no perder terreno en la lucha por entrar a las Copas.
La vuelta de los hinchas no coincidió ni por asomo con la versión que venían ofreciendo Almada, Mancuello, Orellano y compañía; pero se vivió una noche emotiva e inolvidable y un partido que no desentonó con el marco de público. Vélez deberá mejorar la imagen que dejó pese al resultado, pero el fútbol es tan impredecible, anímico e ilógico, que nada ni nadie le quitará la felicidad al hincha, que volvió a su casa con una sonrisa. Y está muy bien.
2.octubre / 20:15 hs. / José Amalfitani / Pablo Echavarría
Postales del encuentro en Liniers.