Fútbol

“El esfuerzo era gigante”

Patricio Alejandro Camps se subió al tren del recuerdo de la querida obtención del Clausura 1996. Junto a él, repasamos la valiosa estrella del Bicampeonato de la mano de Bianchi y Piazza.

La estampa de un gran goleador de la historia del club.
Por Carlos Martino

El Fortín venía de ganarlo todo. Sí, todo. Clausura 1993, Libertadores al San Pablo en el Morumbí en 1994. Ese mismo año, la Intercontinental al Milan en Tokio. Le siguió la coronación y vuelta olímpica en Avellaneda en el Apertura que cerraba el año 1995.

Todos de la mano del gran Carlos Bianchi. Pero sin embargo, había hambre de más. La voracidad de un equipo glorioso que se reconstruyó en cada título, que enarboló la bandera de grandeza velezana y se rompió el lomo para que ese manto flamee siempre erguido en lo más alto, año tras año.

Quedaban varios hitos más. El 1996 fue un año prolífero en gloria deportiva. Sí, mucha más gloria. Había un objetivo inicial: volver a ser Campeones pero del Clausura. Repetir la gloria

Uno de los jugadores más importantes de la historia del club y de aquellos años como Patricio Camps, recordó junto al Sitio Oficial la gesta que se coronó en el Amalfitani, ante Independiente, con doble entrenador y con un Chilavert sublime atajándole un penal a Burruchaga rumbo a la gloria. 

"Fue un título muy especial porque se gana por primera vez en la historia del club un bicampeonato. El equipo debía seguir persiguiendo ilusiones y reconstruirse nuevamente. Sabíamos que ganando ese título íbamos a estar en la historia grande del fútbol argentino y seguir vigentes, algo que quería lograr todo el plantel, el cuerpo técnico. Desde un comienzo fue a pura presencia de demostrar que éramos Vélez y que estábamos vigentes", contó el Beto.

Uno de los grandes secretos de tantos éxitos deportivos se guardaba dentro del vestuario. Allí, grandes y chicos, los consagrados y los que se alimentaron de esa gloria; luchaban por mantener vigente el orgullo. Lo señala Patricio. "El grupo siempre fue increíble. Siempre pensó en más, nunca quiso perder el prestigio que se había ganado consiguiendo la Libertadores, la Intercontinental, un nuevo torneo. Estábamos a la víspera de pelear un nuevo campeonato y sabíamos cómo hacerlo, en un contexto totalmente especial, con mezcla de futbolistas que habían sido los héroes de la historia de Vélez y muchos juveniles que acompañaban, que se dejaban llevar por esos jugadores que fueron increíbles".

Ya metió la cabeza para un gol muy recordado en la historia del club. En Córdoba, ante Belgrano. A un paso de la gloria.

Junio de 1996. Fecha 15. En Liniers todo se preparaba para recibir a Colón de Santa Fe y para una de las jornadas más emotivas en la historia del club. Era el día de la despedida de Carlos Bianchi. El ídolo que volvió para ganarlo todo como entrenador decía adiós a toda una multitud que lloraba mientras juraba en canto que "a Carlos Bianchi nunca lo voy a olvidar". El entrenador se iba a la Roma de Italia junto a otro referente del plantel, Roberto Trotta"La partida de Carlos afectó claramente. Fue el líder, el guía de todo ese gran momento. También éramos conscientes que tanto el cuerpo técnico como a algunos futbolistas les iban a llegar ofertas de todos lados y que el camino había que seguir construyéndolo. Estábamos en una senda ganadora y había que seguir desafiándose constantemente", rememora el delantero.

Faltaban cuatro fechas con un Vélez líder y asumía el banco Osvaldo Piazza. Todo un desafío para él y para el grupo de sostener lo tan bueno realizado. "Yo tengo un cariño inmenso por Osvaldo. Costó de arranque, pero nos vino muy bien que se cortó el torneo. Pudimos ir a Mar del Plata, en una mini pretemporada, para hacer el grupo más fuerte y centrarnos exclusivamente en los partidos que faltaban para ganar un título tan importante como ese bicampeonato. Osvaldo se acercó muy bien al plantel, dio libertades y responsabilidades, y cada uno sabía lo que debía hacer. Por suerte pudimos concluir el torneo de gran manera y disfrutarlo también con el cuerpo técnico de Carlos que vino también para el último partido. Fue algo increíble, son imágenes que para todos los que estuvimos en ese plantel quedaron grabadas; como el estadio lleno, el gran ídolo del club como Bianchi, el nuevo entrenador Piazza y todo ese grupo de gigantes", apuntó Camps.

A una fecha del final, el equipo caía en Córdoba ante Belgrano con un gol de Darío Tosello en la primera parte. Lo empató el Cholo Posse de entrada en el complemento y fue el Beto Camps el que metió un cabezazo agónico sobre el final para ganar un partido clave rumbo a la estrella. Fue un 1996 sublime para él, con goles que lo catapultaron a ser uno de los Top10 de los máximos goleadores de la historia del club. "Fue un año muy especial. Después de haberme ido a Banfield, asentarme en el equipo, ser una pieza importante, poder tomar responsabilidades y realizarlas. Creo que fue ese y el siguiente, mis mejores años en mi carrera en el club, tanto en cantidad de goles, partidos y títulos".

Para Patricio Alejandro Camps, aquellos años quedarán para siempre grabados en su corazón. Es parte de su gran historia como jugador, en el club que lo formó, que le mostró la gloria, que lo catapultó al mundo. "Le dí muchísimo valor a cada título que ganamos. Cada uno fue especial porque sabíamos que a partir de eso, construíamos una historia gigante. Sabíamos lo que costaba, éramos conscientes, no era algo normal más allá que la gente se había acostumbrado a que el equipo iba a ganar un título cada año. Teníamos que ilusionarnos, reconstruirnos y a partir de eso, sostener toda la gloria que habíamos ganado. El esfuerzo era gigante. Cada uno de ese plantel, los más grandes como líderes y los más jóvenes acompañando y aprendiendo para contagiar a las generaciones que venían. Esa es la clave de la época gloriosa de Vélez. Un líder como Carlos Bianchi, que nos guió y que cada uno asumía la responsabilidad que le tocaba en cada momento y transmitirla de la mejor manera. Esa es la historia pura de Vélez".

La boca llena de gol. Un goleador gigante.