Fútbol

De Perú al Mundo

Luis Abram es uno de los pilares de Vélez. Desde el fondo, el peruano creció como jugador y se transformó en uno de los fijos en el once inicial del Fortín. Simpleza, prestancia y seguridad.

Abram señala el camino. El central peruano es uno de los tops de Vélez.
Por Carlos Martino

Callado. Introvertido. Al punto tal que cuesta escucharlo hablar. Así es él. Sencillo y laburador. Puntual. Casi tímido. Pero allí, dentro del rectángulo verde, aprendió a forjar su personalidad, a sacar la bestia para no dar por perdida ninguna pelota.

Luis Alfonso Abram Ugarelli reza su partida de nacimiento con fecha del 27 de febrero de 1996 en Lima, Perú. El que de chico seguramente soñaba con una carrera de jugador profesional, cuando daba golpecitos al balón en Regatas de Lima. El que probó internacionalidad con el Sub 18 peruano. El que se vistió de celeste en el Sporting Cristal de su país.

El defensor que el día de su debut marcó un gol en la derrota de su equipo. El zurdo que fue campeón en su tierra al torneo siguiente y se ganó un lugar en el fútbol peruano por ser fiable en la marca. El pibe que ganó ese mismo año, el premio a la revelación. Todo un futuro promisorio.

En 2016 se puso por primera vez la banda roja en su pecho. Debutó en la selección absoluta en mayo de ese año ante Trinidad y Tobago, en un amistoso. Su seleccionador, Ricardo Gareca, ídolo fortinero por excelencia, le sirvió de referencia para su desembarco en el fútbol argentino temporadas después.

Fue en enero de 2018. Fue el octavo refuerzo de un Vélez que comenzaba a apuntar alto. Su arribo a la institución fue para cubrir el puesto de lateral por la izquierda; posición donde comenzó a probarlo Gabriel Heinze y a adoctrinarlo con la idea de su sistema de juego. Sin embargo y rápidamente, Luis mostraba sus mejores versiones cuando formaba parte de la zaga central.

Debutó ante Defensa y Justicia en Florencio Varela, en el primer encuentro de la Era Heinze y fue uno de los destacados en noventa minutos de muchísimo trabajo. ?Sin menospreciar el fútbol peruano la liga argentina es otra cosa. No tiene pausa, hay que decidir rápido con el balón porque enseguida tenés a tres jugadores encima. El duro trabajo de la semana me va a permitir adaptarme a ese ritmo?, contaba por esos primeros días.

Desde allí fue todo subir, crecer, ser cada minuto, cada pelota, más importante para el equipo. La exigencia que le marcaba cada entrenamiento lo potenció. Tuvo que sacar de adentro su temperamento, plasmarlo en cancha, ponerlo al servicio del equipo. Con goles, con prestancia para el duelo mano a mano, con solvencia en el juego aéreo; cualidades que lo llevaron a ser elegido en más de una oportunidad como el defensor del mes o de la fecha en las redes sociales de la Superliga.

Fue una pieza de recambio importante para Perú en el histórico regreso a la cita máxima del fútbol: la Copa del Mundo. En la clasificación a Rusia, se ganó un lugar. Sin embargo, el fútbol tiene a veces, horas oscuras. Abram quedó fuera del recorte de los 23 que representaron a su país en el Mundial. Fue un golpe durísimo para él, pero que, en contrapunto, le inyectó fuerza para levantarse y reponerse.

Trabajó duro, muy duro y en silencio, como siempre. Se mentalizó en dar lo máximo con Vélez y la chance de Perú volvió rápido. Fue titular y subcampeón de América en la copa del continente celebrada en Brasil en 2019. Allí se ganó el reconocimiento de todos y el interés de varios clubes europeos. Más, cuando en una de las ventanas de fecha FIFA, le dio un agónico triunfo a Perú frente a Brasil.

En Liniers terminó siendo uno de los referentes titulares de un grupo que salió del fondo y que escaló alto.

El defensor peruano no tiene techo. Es todo crecimiento en su carrera. El caudillo de un Fortín que sueña en grande. Como lo sueña él.