Fútbol

Sonreír pese a todo

Como un círculo que se cierra, la vida de Marcelo Bravo se repite en la de Gonzalo Gamarra tras recibir la triste noticia de tener que dejar el fútbol a causa de una miocardiopatía hipertrpófica. Hoy, 10 años después del caso del Indio, Vélez vuelve a cobijar a un ''hijo'' suyo y le brinda trabajo en el Fútbol Infantil.

Marcelo Bravo y Gonzalo Gamarra, dos historias de vida donde Vélez abrigó sus esperanzas.
Por Diego Guitian

Como un círculo que se cierra, la vida de Marcelo Bravo se repite en la de Gonzalo Gamarra tras recibir la triste noticia de tener que dejar el fútbol a causa de una miocardiopatía hipertrpófica. Hoy, 10 años después del caso del Indio, Vélez vuelve a cobijar a un ''hijo'' suyo y le brinda trabajo en el Fútbol Infantil.

-Marcelo, imagino que volver a vivir sensaciones que ya experimentaste, ahora con el caso de Gonzalo, te habrá llevado a lugares que ya conocés.

MB: Obviamente que me vi reflejado porque fue algo muy parecido. Me enteré por el Profe Guido Thompson y tuve la suerte de hablar con Gonza para darle todo mi apoyo. Yo esto ya lo viví. Sentí que, si bien no le iba a solucionar el problema, podía servirle por todo lo que pasé antes. En el primer momento que Guido me contó lo que estaba pasando, no lo podía creer, otra vez un caso así en Vélez con Miguel (Russo) en el banco. Otra vez lamentablemente.

-¿Cómo te detectaron la miocardiopatía, Gonzalo?

GG: Empezamos la Pretemporada de Invierno el año pasado con la Primera, dirigidos por Miguel Russo, un lunes 15 de junio trabajando doble turno. El martes nos realizamos estudios acá en el club, un eco cardiograma y un eco doppler, y el miércoles por la tarde me comunicó Ricardo Coppolecchia que tenía una posible miocardiopatía hipertrófica. Desde ese momento fue un golpe muy duro, nada fácil.

-¿Cuál fue tu primer respuesta ante semejante situación?

GG: Cuando me lo comunicaron pensé que las máquinas que realizaban los estudios, fallaban. Se me cruzaron miles de cosas, menos que iba a dejar de jugar al fútbol. Yo lo tomaba con calma hasta que me empezaron a nombrar el caso de Marcelo y comencé a buscar información para saber de qué se trataba y no era nada menor, bastante complejo. Dejé de entrenar seis meses y a fin de año, cuando se confirmó el cuadro que me dijo el Doctor, recién ahí empecé a entender de qué se trataba todo esto. 

-En tu caso Marcelo, las circunstancias vividas para enterarte de lo que padecías, fueron similares a lo de Gonzalo...

MB: Exacto, unos estudios de rutina. Obviamente que en nuestro club tenemos la posibilidad de tener un chequeo médico y eso es bueno para el jugador, más allá que lo nuestro es medio atípico. En el caso de Gonza, estar tan cerca de la Primera, y el mío, que si bien me tocó debutar y jugar en el Estadio, es realmente muy duro porque nos costó a los dos la carrera. Hoy tanto él como yo estamos en otro camino porque tenemos la suerte de estar en un club que nos abrió las puertas desde otro lado.

-¿Cuánto tiempo estuviste para comprender lo sucedido y poder hablar así como lo estás haciendo ahora?

MB: Varios meses, porque el proceso no fue de un día para el otro. Hubo diferentes estudios y esperar para ver qué sucedía, si se encaminaba a la miocardiopatía hipertrófica como terminó siendo. Soñaba con jugar en Europa y en la Selección Argentina pero se me vino todo abajo y de un día para el otro tuve que dejar de jugar. Costó, dolió, pero en un momento tuve que asimilarlo.

Al igual que hace 10 años cuando todo Vélez sufrió la triste realidad que vivía el Indio, la institución le abrió una nueva puerta a Gonzalo. Lo convocaron para trabajar en el Fútbol Infantil y hoy en día, reparte sus tardes como Formador en el Polideportivo con la Categoría 2008 que compite en Liga Metropolitana. ''Dejé a mi sucesor (risas). Me fui de Infantiles para dirigir este año en Juveniles y lo dejé a Gonzalo. Esto para mi ahora es un trabajo, por eso debemos agradecerle a Vélez por darnos la chance de seguir acá, pocos clubes pueden hacer esto. Le vamos a estar agradecidos a Vélez toda la vida, más allá que estábamos para más dentro del fútbol y al club le podríamos haber dado mucho'', cuenta el Indio, conocedor como pocos de lo que significa el término ''luchar''.

-¿Cómo tomaron esta nueva posibilidad de trabajar formando jugadores?

GG: Es volver al fútbol pero de otro lado. El día a día, enseñarles a los chicos es la sonrisa de cada jornada. Son dos mundos, los chicos y los padres, a quien trato de dejarlos de la puerta para afuera. A mis dirigidos les digo que se vengan a divertir, que lo hagan con responsabilidad pero que esto debe hacerlos feliz.

MB: Hoy Gonzalo está como formador, no es fácil llegarle al jugador pero está capacitado para hacerlo. Estuve siete años en el lugar que hoy está él y la verdad que es muy lindo, porque empezás a ponerte contento cuando el chico aprende a pegarle a la pelota, a dar un pase. Esto te hace crecer demasiado.

-¿Recuerdan cómo fue ese primer contacto entre ustedes?

GG: Tras seis meses en los que había dejado de entrenar, el 29 de diciembre me confirman que no podía continuar con mi carrera y a los días siguientes veo la nota de Marcelo en el Estadio donde contaba su caso. Me vi reflejado en él dentro de unos años, muy identificado. Tampoco quería molestarlo para preguntarle qué se hace en este momento pero por suerte él me llamó.

MB: En 30 minutos que hablamos por teléfono me salió decirle todo lo que viví en estos años. Me contaron que Gonzalo era un excelente central y tenía futuro, mi caso se parecía bastante más allá de la enfermedad. Cuando cortamos, me puse a llorar porque uno se pregunta ‘’¿por qué a él de nuevo?’’ Dado que si fuera un jugador con carrera, lo tomás de otra manera, pero él y yo éramos muy jóvenes. Al margen de eso, le expliqué que la vida tiene cosas muy lindas para vivir, porque más allá que elegimos un deporte, hay muchas cosas más para salir adelante como la familia. A nosotros nos pudo haber pasado una tragedia, como morir en un campo de juego, por eso hay que agradecerles a los médicos del club.

Sentados en la Platea Norte baja, parecen conocerse de toda la vida. 12 años de diferencia hay entre Marcelo y Gonzalo y muchas cosas en común. Por eso bromean ser parte de un mismo cuerpo técnico a futuro, sabiendo que antes la carrera formativa debe experimentarse en el día a día ''escuchando, aprendiendo de todos los Técnicos y mirando mucho fútbol''.

El epílogo de la nota resultó el momento más emotivo del encuentro. Mirándose a los ojos, el Indio y el Negro se dicen lo que sienten''Gonza, sabés que podés contar conmigo. Sé que le vas a dar mucho en nuestro club, los dos salimos de lugares muy humildes donde la familia nos acompañó. No todo se termina en un campo de juego''. ''Gracias, Marcelo, sos mi referente, mi ejemplo de vida. Cada consejo tuyo lo tomaré", alcanza a decir Gamarra pero su voz se entrecortaba entre la emoción y un tímido sollozo. ''Hay que seguir, Gonza, ¿qué se le va a hacer?'', lo abraza el Indio, a quien la vida, y Vélez, le dieron una nueva chance, como hoy en día Gonzalo va experimentando. Ambos deciden sonreír pese a todo.