Cultura

El Regalo de Navidad

El viernes 16 del corriente desde las 20,30 hs una marea de socios y no socios,-la entrada era libre y gratuita-, inundó las instalaciones del Gimnasio Ana Petracca del Polideportivo para disfrutar de una cita anual impostergable: La presentación de la Orquesta Nacional de Música Argentina ?Juan de Dios Filiberto? dirigida en esta ocasión por el eximio maestro Atilio Stampone. El oído y el alma recibieron de modo anticipado el regalo de navidad. El socio y este cronista agradecidos.

A sala semi llena, el medio millar de asistentes se regocijó con un demoledor concierto de noventa minutos de recorrido. El talento de esta academia de músicos invita a sentarse a gozar de cada actuación como si fuera una clase. No suena descabellado hablar de apoteosis.

El viernes 16 del corriente desde las 20,30 hs una marea de socios y no socios,-la entrada era libre y gratuita-, inundó las instalaciones del Gimnasio Ana Petracca del Polideportivo para disfrutar de una cita anual impostergable: La presentación de la Orquesta Nacional de Música Argentina ?Juan de Dios Filiberto? dirigida en esta ocasión por el eximio maestro Atilio Stampone.

 

Luego de escuchar las palabras de apertura del Presidente del Dto de Cultura, el Sr. Hugo Fórmica, -quien expresó su agradecimiento a la Secretaría de Cultura de la Nación y a la Orquesta por elegir una Institución como Vélez Sarsfield para la concreción del recital-, se levantó puntual el imaginario telón y la batuta de Stampone gatilló el pistoletazo de largada disparando a quemarropa un insoslayable mojón instrumental de su autoría: ?Mi amigo Cholo?. El Director de ?La Filiberto? remató su primera participación en el evento ejecutando un himno de Pedro Maffia: ?Taconeando?.

Stampone (confeso simpatizante blanquiceleste), tras elogiar las instalaciones y destacar la histórica función social del Club, le cedió la posta de la agrupación al arreglador y compositor Oscar De Elía, quien armado con su piano encendió la mecha y le puso combustible al motor de la nostalgia arremetiendo con dos clásicos, ?A Don Agustín Bardi? de Horacio Salgán y ?Lluvia de estrellas? el tango fantasía emblema del innovador y tempranamente fallecido Osmar Maderna. Los dedos de De Elía, pianista de técnica muy desarrollada, le sacaron chispas al teclado en el arreglo de esta composición que exige de una notable velocidad de ejecución. El elenco de ilustres profesionales daba muestras de su inmenso fuste artístico y comenzaba a complacer al magnetizado auditorio.

 

Este seleccionado de músicos bien dotados no evidencia síntomas de pereza a la hora de asumir riesgos en la elección del repertorio ni en la flexibilidad de los arreglos. El programa equilibrado y destinado a entretener al gentío variopinto desde el vamos, encuadró superávit de inoxidables perlas junto con tangos creados por las nuevas generaciones. El hervidero de seguidores, al ingresar al enorme salón, no encontró sofisticación en el escenario ni decorados, sino que descubrió músicos e instrumentos en perfecta integración.

 

Llegó el turno del set individual de Patricia Barone. La solista escogió para esta coyuntura el tradicional ?Melodía de arrabal? de Carlos Gardel; descolló entonando ?Pompeya no olvida?, su caballito de batalla, la pieza de González y Szwarcman que la posicionó en los primeros planos de la consideración popular; y coronó su actuación con una vigorosa versión de ?Balada para un loco?, la revolucionaria partitura del genial Astor Piazzolla. Bella, ataviada con un glamoroso vestido negro de austera elegancia y apoyada en su riqueza de recursos: Dominio escénico, excelente calidad vocal, amplio registro, eficaz manejo corporal y natural simpatía, Barone sorteó con comodidad los escollos e hipnotizó a los acólitos que franqueaban los bordes del escenario y que recompensaron su perfomance con entusiastas aplausos.   

 

?La Tablada? de Canaro y el ?Vals de la evocación? de Mariano Mores en estilizadas estructuras instrumentales sobresalieron en el tramo central del espectáculo. Dos acordes y un verso inicial identificatorio: ?Cruel en el cartel?, presagiaron una instancia cenit de la gala. Sonaba ?Afiches? la combinación de poesía (?Ya moja el aire su pincel y hace con él la primavera?) y dolor desgarrador (?Luché a tu lado para ti, por Dios y te perdí) sublime creación de Homero Expósito y Stampone que inmortalizó con una imbatible interpretación la raspada garganta de Roberto Goyeneche. El cantor Luis Filipelli subió a escena y se hizo cargo del desafío de hacer olvidar la inconciente asociación con el crudo e incomparable fraseo de ?El Polaco?. Apostando a una gestualidad no impostada, a su voz de buen cuerpo nunca forzada y repleta de matices, y a su precisa afinación, el vocalista resolvió la contienda con oficio y salió airoso de tamaño reto. Todavía retumbando las aclamaciones de aprobación de los vehementes espectadores, Filipelli cantó ?Igual que una sombra? de Enrique Cadícamo y completó su impecable faena entonando ?Fueye? un incunable de Homero Manzi.

 

El adiós, el broche de oro al festival, el punto culminante, recayó en ?El día que me quieras? de Gardel y Lepera, en enunciación instrumental de exquisito gusto y vanguardista construcción, tango canción que volvió a corroborar el idilio entre ?La Filiberto? y su público, y que fue coreado entre susurros en el marco de un pogo educado y respetuoso.

 

Atentos y concentrados, en el palco oficial se pudo advertir las presencias del directivo Osvaldo Sopranzi y del Vicepresidente electo Ing Gustavo Lucente. La muchedumbre navegaba en estado de gracia y se resistía, ambiciosa, al epílogo de la velada. Al rito le faltaba la estocada mortal. Las gradas y las butacas temblaron sacudidas por un sismo frenético provocado por una extasiada concurrencia. El pedido de bises fue inmediato. El titular de la formación musical, Atilio Stampone, recogió el guante y dio rienda suelta a un vertiginoso y estimulante bonus track compuesto por una seductora batería de milongas tradicionales. Los espectadores emitieron su veredicto final de pie, gratificando con una eufórica e interminable ovación el soberbio desempeño de la orquesta.

 

A sala semi llena, el medio millar de asistentes se regocijó con un demoledor concierto de noventa minutos de recorrido. El talento de esta academia de músicos invita a sentarse a gozar de cada actuación como si fuera una clase. No suena descabellado hablar de apoteosis. El acondicionado recinto albergó una fiesta, pero una fiesta sobria organizada con estricto criterio musical. La función fue inmaculada, variada, amena y envuelta en una aureola de enorme categoría. El sonido nítido, poderoso y acariciante. La prestigiosa orquesta, sinónimo de satisfacción garantizada, no defraudó, no mostró flancos débiles y exhibió otra vez sus facetas resaltantes: La solvencia escénica, el refinado ensamble en sus líneas, el virtuosismo de sus intérpretes y la convicción hacia un arte que los sigue ubicando en la elite de la música ciudadana.

 

La arrolladora entronización del contador Miguel Calello en los recientes comicios ratificó la permanencia al frente del área cultural de Hugo Fórmica, quien también es, en su cuota parte, tributario de ese caudal electoral. Un justo y merecido premio a su dilatada y eficaz trayectoria rigiendo los destinos de la mencionada cartera y una firme apuesta a la prosecución de los éxitos. El veterano cacique y sus fieles laderos, Ricardo Lijó y Sandra Carrillo, son las columnas vertebrales de un modelo de cultura cuya premisa es la diversificación y la apertura de actividades para ofertarle al asociado. El acercamiento de eventos de primera clase como el comentado u obras de teatro de similar jerarquía, es un mérito que Fórmica puede adjudicarse sin apelar a la soberbia ni a la pedantería.

 

El último viernes, el oído y el alma recibieron de modo anticipado el regalo de navidad. El socio y este cronista agradecidos.

 

Gabriel Martínez.