Vélez se quedó con las manos vacías y puso punto final a su sueño de avanzar en la Copa de la Liga Profesional. El Fortín cayó 4 a 2 -por penales- ante Racing, tras igualar sin goles en el Amalfitani, en un partido intenso, en el que tuvo chances más claras y no pudo definirlo.
El encuentro arrancó de manera vertiginosa y fue antes del minuto cuando Vélez dispuso de la situación de gol más clara del encuentro, porque una combinación rápida de derecha a izquierda, dejó sólo a Thiago Almada, que encaró y metió un centro al corazón del área para que Juan Martín Lucero sólo tuviera que empujarla; pero el 9 se pasó y no pudo conectarla, debajo del arco, sólo y sin arquero.
Ese envión inicial del conjunto de Pellegrino fue controlado enseguida por Racing, que salió a bloquear todos los circuitos de juego y a incomodar esa permanente circulación característica en el Fortín.
El cotejo fue dinámico y jugado con mucha presión del visitante, que pocas veces pudo ejecutar su plan de recuperar y salir rápido para buscar el arco de Alexander Domínguez.
La segunda situación clara la tuvo Almada, con un tiro libre desde el costado izquierdo, que cayó como una bomba detrás de Arias y rebotó en el travesaño, sin que el 1 pudiera reaccionar.
La Academia no abandonó nunca su idea, ensució siempre la salida, incluso con algunas persecuciones individuales sobre Cáseres y Galdames, para bloquear desde su origen el juego asociado.
Pese a la férrea oposición, las veces que Vélez logró romper rápido ese cerco, fue porque Luca Orellano o Ricardo Centurión recibieron por las bandas y en el uno contra uno trataron de prevalecer, aunque no siempre lo lograron
La última clara de la etapa inicial, la tuvo Matías De los Santos, ganando de cabeza y obligando a Arias a revolcarse contra su palo derecho para desviar la pelota al córner
Racing se adueñó del mediocampo e incomodó a un Vélez que entre impreciso e irresoluto tuvo muchas dificultades para generar peligro.
El segundo tiempo mostró la influencia del trajín y de los nervios, porque se metió más de lo que se jugó, favorecido por el innecesario protagonismo del árbitro Germán Delfino, que interrumpió y habló más de lo que permitió jugar.
En esa etapa final, un tiro de Thiago por arriba, otro de Lucas Janson débil a las manos arquero y un cabezazo de Lautaro Giannetti -en tiempo de descuento- sin dirección ni potencia. Eso fue lo poco que pudo crear en la segunda mitad de un encuentro muy apretado y en el que el equipo perdió la soltura que lo llevó a jugar esta instancia.
La definición por penales fue otra historia porque arrancó torcida desde el primer tiro que erró con De los Santos y no se recuperó cuando volvió a fallar con Janson, como una premonición de lo que sería esta historia tan dolorosa y repetida de perder definiciones determinantes desde los doce pasos.
Pasan los años y el karma de los penales se hace cada vez más grande, porque alguna vez la historia cambiará; pero mientras tanto la frustración de seguir sufriendo este tipo de instancias, las hace parecer eternas.
Ahora será tiempo de reponerse rápidamente el miércoles por la Copa Libertadores ante Unión La Calera, para empezar a sellar el boleto a Octavos, que no es poco; pero nada quitará la sensación amarga de una nueva eliminación y otra vez por penales.