Vélez volvió a superar a Lanús y se metió en los cuartos de final de la Copa Superliga, donde se medirá con Boca en encuentros de ida y vuelta. Con una actuación convincente en varios puntos y aspectos, el conjunto comandado por Gabriel Heinze, marcha a pie firme y se potencia partido tras partido.

Si bien en la previa, el Fortín presentaba las bajas sensibles de Lautaro Giannetti y Nicolás Domínguez, suspendidos; el juego colectivo no sufrió fisuras en estos noventa minutos que le restaron a la serie en Liniers. Los reemplazos de Joaquín Laso y Pablo Galdames se mostraron en buen nivel, y le dieron la derecha a la idea del técnico de entrenar y tener a todos sus dirigidos en la misma sintonía.

Desde el minuto inicial y a pesar de tener el resultado de la ida a favor, el local salió en busca de cerrar la contienda para no sufrir sobresaltos. De hecho, a Lanús le costó hacerse del balón en ese preámbulo, no le encontraba la vuelta al planteo de Vélez y a un Robertone que se movía muy bien a espaldas de Quignón.

El conjunto fortinero golpeó rápido. A los 12, Bouzat recuperó un balón cerca de la mitad de la cancha y filtró un pase entre los centrales para un Leandro Fernández que picó con el arco de frente y ante la salida de Ibáñez, definió suave junto a un poste. Una ráfaga voraz la de este Vélez que en un pestañeo, puso en evidencia la vulnerabilidad de un fondo Granate que presentaba dudas. El delantero santafesino, corrió hasta el córner y a puro baile disfrutó de su primera conquista en el Amalfitani.

Con el correr de los minutos, la visita trató de hacer pie y comenzó a inquietar en las cercanías del área defendida por Lucas Hoyos. Los de Zubeldía tuvieron alguna que otra aproximación de peligro, pero siempre fueron presa fácil del arquero velezano, uno de los mejores, o de su propia impericia para la resolución. Así y todo, ese quedo fortinero preocupó por largo rato al entrenador que pedía por la reacción a sus jugadores.

Sin embargo y cuando el cotejo comenzaba a tomar temperatura, justo en el último suspiro del primer tiempo, otra ráfaga selló la serie a favor del dueño de casa. Salida rápida en campo rival desde la izquierda para un Robertone que gambeteó hacia adentro y con un pase milimétrico a espaldas y a contra pierna de Pasquini, habilitó al Chiqui Bouzat que se generó el hueco para resolver con una vaselina deluxe ante la salida de Ibáñez. Delirio y todos a abrazar al corazón de este equipo, el que porta la 10, el que recupera, asiste y convierte. Dos golpes letales asestó Vélez en el capítulo inicial y el pasjae a cuartos comenzaba a ratificarse.

El segundo tiempo fue esquivo para el Fortín, ya que en tan solo 10 minutos, Robertone sumó dos amarillas y el juez la cambió por roja. Vélez perdía a su usina de juego y perdía a una de sus figuras para la próxima instancia.

Heinze movió el banco y le dio piernas y oxígeno a un equipo que se retrasó en el campo sosteniendo desde la entrega solidaria para con el compañero, un resultado que más allá de algún sobresalto, fue ampliamente merecido.

Vendrá Boca el domingo a un Amalfitani que disfruta mucho del rendimiento de este grupo, y que ha entrelazado una comunión fantástica. El hincha mimó al entrenador, a cada uno de los jugadores por lo conseguido y redobla la apuesta. Este Vélez puede y tiene con qué.