Vélez volvió a caer en un momento clave, en este caso no por tratarse de una etapa definitoria del torneo, sino porque necesitaba ganar con urgencia, para dar una señal de recuperación anímica, tras el golpe sufrido entre semana con la eliminación de la Copa, en Guayaquil.

Fue sorpresiva la alineación inicial que presentó el flaco Pellegrino, con un mix entre los habitualmente titulares -Hoyos, Giannetti, Brizuela y Janson- y otros jugadores que han sumado más minutos en el torneo local. 

En ese contexto, el partido tuvo dos tiempos totalmente opuestos. En la primera mitad, el trámite fue lento, cansino y con pocas insinuaciones en los arcos. Por el lado del Fortín, dos remates de Miguel Brizuela fueron las únicas intervenciones obligadas del arquero Romero. La primera, en el amanecer del encuentro, con un disparo seco desde 25 metros, que obligó al 1 a sacarla al córner. La segunda sobre la finalización de ese período, cuando el central zurdo se vio obligado a terminar -de derecha- una jugada que le cayó en la medialuna, tras un centro largo de Ricardo Álvarez. Central también tuvo sus llegadas, pero sin demasiado peligro, salvo una tapada de Lucas Hoyos, bien parado en el primer palo ante un remate de Martínez.

El punto de inflexión del partido fue la expulsión por doble amarilla de Damián Fernández, que salió a cortar lejos y a destiempo. Rapallini no dudó y el equipo quedó con un hombre menos antes del entretiempo. Eso envalentonó al local y obligó a Vélez a recomponer sus líneas, pero sin sobresaltos.

El arranque de la segunda etapa mostró cómo Pellegrino acomodó fichas y mandó a la cancha a Matías De los Santos en lugar de un deslucido Lucas Janson, para acomodar la línea de fondo. Y el cambio pareció haber fortalecido al conjunto visitante, porque Central, con sus limitaciones a cuestas, se vio obligado a tener que buscar la ventaja en el marcador, pero no sólo careció de acciones de riesgo durante la mayor parte del segundo tiempo, sino que con El Fortín bien plantado en el fondo, y los despliegues de Luca Orellano y Nazareno Romero haciendo las bandas, podían complicar al conjunto del Kily González en alguna contra.

Así, lo que se intuía como un trámite abrumador en favor del local, terminó siendo, a fuerza de despliegue y sacrificio, un partido parejo, en el que cualquiera de los dos podía quedarse con el triunfo. Uno por su localía y el peso que debería tener ese jugador más, el otro por su esfuerzo y rapidez para jugar de contragolpe.

La primera clara del complemento tuvo el sello distintivo de Orellano, tras recibir un bochazo largo de Hoyos, corrió contra su marcador, recortó y de derecha a izquierda sacó un zurdazo típico que Romero mandó al córner. Ricky Álvarez tuvo la suya con un remate cerca del palo izquierdo. Mancuello se anotó con un tiro libre que el arquero le sacó del ángulo, en el rebote el 1 se recuperó para ahogarle el grito de gol a Cristian Tarragona. 

A poco del final, el propio Orellano, protagonista de todos los ataques tuvo dos chances más. Una que definió cruzado ante una recuperación y pase de Romero en campo rival. Y la última del rubio extremo fue la que recibió en la medialuna después de un rechazo y remató solo, pero su tiro se fue al córner.

El local presionó cuando casi no quedaba tiempo y en esos minutos tuvo una salvada de Brizuela de cabeza al córner, una gran tapada de Hoyos ante un cabezazo a quemarropa de Avila. Y la última, la del gol de Vecchio, después de un rechazo defectuoso, que el 10 canalla recibió en el área y marcó el gol del triunfo. 

Vélez se quedó con las manos vacías después de un primer tiempo desdibujado y flojo; pero también después de un complemento en el que peleó y metió como para merecer algo más. La derrota es de las que duele, por la necesidad de superar la eliminación cuanto antes y porque se dio en la última jugada, cuando ya no había tiempo para más. Habrá que reponerse y pensar en el encuentro del miércoles ante Defensa, para aferrarse a ese primer paso que se necesita para creer en la recuperación.