Fue una serie difícil para Vélez. La doble derrota entre ida y vuelta ante Lanús, privó al equipo de Mauricio Pellegrino de jugar la final de la CONMEBOL Sudamericana.

Con un dominio preponderante en durante la ida y el primer tiempo de la vuelta, la falta de eficacia frente al arco agigantando la figura del juvenil golero Lautaro Morales, fueron determinantes para justificar la eliminación a manos de un Granate deslucido, que aprovechó las pocas que tuvo y rubricar la goleada.

Sin dudas, con el resultado puesto y más con lo abultado del marcador global, resiste poco análisis.

Un partido en el que Vélez lo buscó desde el primer minuto. Maniató al conjunto de Zubeldía. Le copó la mitad de cancha, le ganó todos los duelos, lo molestó y no le dejó tener el balón más de dos pases seguidos. Además, generaba situaciones, con un Centurión inspirado arrancando faltas, amarillas en los rivales y haciendo revolcar a Morales. Casi ocho situaciones claras se contaron en los primeros 45 minutos.

Pero otra vez, como en la ida, el Fortín recibió un golpe y otro le siguió de inmediato. Expulsión de Tarragona en el minuto 44 y tres más tarde, gol de Tomás Belmonte. Un hombre menos y dos goles por marcar para mantener viva la ilusión de clasificar.

En el complemento, el Flaco buscó variantes para tratar de llevar peligro al arco rival y lograr la heroica. No ocurrió porque Lanús se defendió bien y aprovechó los espacios y la desesperación de la visita.

Orsini primero y Bernabei después, sellaron la goleada en el Sur ante un Vélez que terminó de pie. Eliminado, pero con la frente bien alta.

Un golpe que lejos de destruir debe ser cimientos para crear un equipo que sin dudas va creciendo y mucho.

Sobran las palabras, tanto como el agradecimiento por la ilusión y dejar en alto el prestigio del club.

Algún día, el fútbol le volverá a hacer un guiño al Fortín. A estar preparados para no dejarlo escapar.