Junta Histórica

José Miguel Marín, un arquerazo

El inolvidable ?Gato? Marín, arquero del equipo velezano que consiguió el título en el Nacional 1968, cumpliría hoy 74 años. En el podio de los más grandes guardavallas fortineros, su temprano fallecimiento agigantó su leyenda, tanto en Vélez Sarsfield como en el fútbol mexicano, donde brilló durante diez temporadas.

Por Junta Histórica

De hogar muy humilde, José Miguel Marín nació el 15 de mayo de 1945 en la ciudad cordobesa de Río Tercero, aunque siendo muy chico su familia se radicó en Rosario.

El arco lo sedujo desde siempre por lo que a los 14 años viajó a Buenos Aires, descubierto por un “espía” que recorría el país en busca de jóvenes valores, para probar suerte en Vélez Sarsfield. Allí fue Don Victorio Spinetto quien le vio condiciones para el puesto y decidió que se quedara en el Club.

Tenía solo 19 años cuando le llegó la oportunidad para debutar en Primera División. Una lesión de Rogelio Domínguez abrió la puerta para que Juan José Ferraro, a cargo de la dirección técnica, le diera la titularidad. Fue el 9 de agosto de 1964, en un triunfo sobre Huracán por 3 a  2 y con un muy buen desempeño del “Gato”.

Pese a su juventud, pronto se afianzó como un indiscutido del equipo. En 1968, el año en el cual Vélez escribió la gloriosa historia de su primer título en el fútbol grande, fue una de las máximas figuras y destacado protagonista.

Ese Torneo Nacional tuvo un final infartante. Racing, River y Vélez terminaron igualados en lo más alto de la tabla con 22 puntos y la definición llegó por medio de un triangular. El “Gasómetro” de Avenida La Plata, el viejo estadio de San Lorenzo, fue el escenario para que el Fortín, con un Marín descollante, se consagrara campeón aquel inolvidable 29 de diciembre.

Entre 1967 y 1971 jugó sus únicos 5 encuentros para la Selección Nacional, en los que le convirtieron 8 goles. La sorpresiva eliminación argentina le impidió viajar al Mundial de México 1970. Previamente, en 1964, había integrado el plantel que participó de los Juegos Olímpicos de Tokio.

La mayor amargura de su carrera llegaría en 1971, cuando fue pilar de ese extraordinario equipo que, inexplicablemente, no pudo coronarse en el Torneo Metropolitano.

El 3 de noviembre de 1971 disputó su último partido con los colores de Vélez, en un empate 1 a 1 ante Gimnasia y Esgrima de Mendoza en el José Amalfitani. Su inolvidable paso por la valla fortinera totalizó 225 presencias, 222 por torneos regulares y 3 por Copa Argentina.

Marin.

Transferido al Cruz Azul mexicano por la suma de 30 mil dólares, formó parte de la mejor etapa de la historia del Club –ganó 7 campeonatos a lo largo de la década del 70- y fue distinguido tres veces como el mejor portero de la temporada. Ídolo y leyenda inigualada de la institución cementera, dejó de ser el “Gato” para pasar a ser denominado “Superman”: un famoso relator, Ángel Fernández Rugama, lo rebautizó de esa manera maravillado por sus vuelos y atajadas.

A comienzos de 1980 llegaron los primeros avisos de su enfermedad cardíaca, por lo que tuvo que ser intervenido quirúrgicamente en Estados Unidos. A mediados de 1981 se vio obligado a poner final a su brillante carrera, con más de 300 partidos jugados en el fútbol mexicano, y con el reconocimiento unánime de toda la afición.

Luego de su retiro se desempeñó como entrenador del Cruz Azul y de los Coyotes de Neza, para después sumarse como adiestrador de arqueros al cuerpo técnico de la Selección Mexicana durante el Mundial 1986.

Cumplía esas mismas funciones en el Querétaro cuando su maltrecho corazón, de solo 46 años, dijo basta el 30 de diciembre de 1991, y cubrió de consternación al mundo futbolístico mexicano y también al velezano, donde sin dudas está subido al podio de los más grandes guardavallas de su historia.